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El autor. Nació en Răşinari, entonces parte del Reino de Hungría, el 8 de abril de 1911 y murió en París el 20 de junio de 1995. Fue un escritor y filósofo rumano. Hijo de un sacerdote ortodoxo. Después de estudiar humanidades en el Colegio Gheorghe Lazar en Sibiu (durante el dominio austríaco), a los 17 años comenzó a estudiar filosofía en la Universidad de Bucarest. A su entrada en la Universidad coincidió con Eugène Ionesco y Mircea Eliade y los tres se convertirían en amigos de por vida. En1933, obtuvo una beca para la Universidad de Berlín, donde entró en contacto con Klages y Nicolai Hartmann. Después de volver de Berlín (1936), Cioran enseñó filosofía en el Andrei Saguna, la escuela secundaria en Braşov, por un año. En 1937 viajó a París con una beca del Instituto Francés de Bucarest, que se prolongó hasta 1944. Después de una breve estancia en su país de origen (noviembre 1940-febrero 1941), Cioran nunca volvería a él. Sus primeros trabajos se publicaron en rumano, pero posteriormente escribiría exclusivamente en francés, desde el momento en que traduciendo a Mallarmé a su lengua madre tuvo una revelación: es absurdo escribir en una lengua que nadie conoce. Su estilo se basa en afirmaciones cortas y aforismos, fuertemente influidos por Nietzsche y el pesimismo de Schopenhauer o Philipp Mainländer. En realidad, la inicial M de la firma del escritor no coincide con ningún nombre real y fue adoptada por el filósofo por una razón exclusivamente fonética y de representación. En 1949 apareció su primer libro en francés, Una breve historia de la decadencia y fue galardonado con el Premio Rivarol en 1950. En sus escritos remarcó su especial predilección por dos pueblos —el ruso y el español—, en su virtud de "pueblos derrotados". El pensamiento de Cioran, infestado de amargura e ironía, lo sitúa entre los pensadores más provocadores y destellantes de las últimas décadas. Las obras principales que publicó fueron: En las cimas de la desesperación (1936), El libro de las quimeras (1936), El ocaso del pensamiento (1940), Breviario de podredumbre (1949), Silogismos de la amargura (1952), La tentación de existir (1956), Historia y utopía (1960), La caída en el tiempo (1966), El aciago demiurgo (1969), Del inconveniente de haber nacido (1973), Desgarradura (1979), Adiós a la filosofía y otros textos, Ese maldito yo (1986), De lágrimas y de santos (1986), Ejercicios de admiración y otros textos, Breviario de los vencidos (1993), Conversaciones (1995). La mayor parte de su obra se puede encontrar en español publicada por la editorial Tusquets. Falleció a los 84 años. Padecía la enfermedad de Alzheimer y murió pobre. Rechazó todos los honores que le fueron concedidos.
La Obra.
Soy un fiel seguidor de Ciorán desde hace más de veinte años y me he leído y releído casi todas sus obras y hasta, no creo que muchos lo sepan, logré conocer que llegó a hacer parte del Camino de Santiago. No hay vacaciones de verano que no me acompañe alguno de sus libros. En uno de los míos, permítaseme decir que creo que nada habitual, titulado Trazos sin rumbo (Editorial Huerga y Fierro, 2006) publiqué el dibujo que se adjunta (por lo menos acerté en lo de melena desordenada), que iba acompañado en la página opuesta del siguiente texto, refiriéndose a él: «Un accidente de la naturaleza (“Si supiera que ibas a sufrir tanto, habría abortado”), apátrida, con cierta apariencia de estar algo loco, sepulturero con un barniz de metafísica (dijo de sí mismo) y quizá un monje frustrado, practicó la infelicidad (como pose). Vivió con muy poco y sin hacer nada (salvo leer). Admirador de santos (y de España, en la que halló rastros de su propio temperamento). Su escritura (fragmentos): poderosa, brillante, seductora. Nunca se suicidó (“sin la idea del suicidio hace tiempo que me hubiera matado”) y, por eso, acabó llegando a la misma meta que los ignorantes (como ya sospechaba)».
Lo que escribí en su día sigue concordando con lo que pienso de ese escritor, que se trata de uno de los grandes pensadores de nuestro tiempo y de una figura, por lo demás, que se mantiene vigente. Por eso me he decidido a recomendar este libro, de un hombre reacio a dar entrevistas y que, en este caso, de eso se trata, de un extraordinario libro de conversaciones. Lo considero un complemento indispensable a su obra, que puede servir de acicate a que los posibles lectores acaben profundizando en su producción escrita. Ciorán fue un escritor inteligente, un auténtico provocador, con un sutilísimo sentido del humor, que merece la pena conocer. Suya es esta frase que he comentado en más de una ocasión y que, con otras palabras, incluso en algún lugar han hecho mía: “A la larga, la tolerancia engendra más males que la intolerancia”. Con los tiempos que corren, bastantes coincidirán conmigo, su sentencia representa una motivación para, por lo menos, detenerse a pensar.
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