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El libreto del recital dedicado al hoy catedrático Manuel Pombo, organizador del acto en Medicina Olvidado. El propio Vicente Araguas en su libro Voces Ceibes ... daquela todos tiñamos vinte anos" no recuerda su nombre, pero sí que estaba nervioso como "unha vara verde" en el momento de presentar al grupo ante los dos mil asistentes al recital del 26 de abril de 1968.
Y sin embargo, el sarriano Manuel Pombo Arias es la persona clave para que el recital se celebre en el salón de actos de la Facultad de Medicina. También tendrá mucho que ver "un caballero" llamado "don Alejandro Novo González", a la sazón "decano y catedrático de Obstetricia y Ginecología", y, en definitiva, profesor de Manolo Pombo.
"Yo estuve sobre aquella tarima el 26 de abril de 1968, el día que muchos consideran el origen del cambio", precisa el profesor Pombo, hoy catedrático de Endocrinología. "Estuve, en primer lugar, porque era el delegado de actividades culturales de la Facultad de Medicina", lo cual no significa que el celofán de la cultura envolviese u ocultase motivaciones de índole política.
Manolo Pombo atendía a la llamada de la cultura desde muy joven, convencido de que "el libro que no has leído es el bueno", o de que "el miedo nace de tener tiempo para pensar". De hecho, sus aficiones literarias cristalizan ahora con títulos como Haikus de los escritores muertos, Pomberías o El centeno nace bajo el invierno, editados por Huerga Fierro Editores.
Estuvo, "en segundo lugar, porque de forma insistente me lo pidió Xavier González del Valle, compañero de pensión", otro personaje fundamental para la organización del recital. Ambos paraban en la pensión Touriño de la rúa Nova en compañía de otro personaje no ajeno a la eclosión del 68: Francisco (Tuco) Cerviño.
"Cortés, atento, aunque siempre distante, Xavier vestía con traje y corbata a diario; sé que estudiaba Químicas, pero nunca pude averiguar si había terminado la carrera. Un día, recuerda el profesor Pombo, me convocó con maneras que se me antojaban no exentas de cierta formalidad en su habitación. Recuerdo que destacaba el orden y la pulcritud"
"Tenía una propuesta que hacerme: organizar un recital de canción gallega. Supongo que pensó en mí por proximidad física y porque tendría conocimiento de que desempeñaba diferentes actividades en la Facultad, por la que entonces habían desfilado Enrique Barón (más tarde ministro de Transportes en el primer Gobierno de Felipe González); el padre Aguirre, asesor de Ediciones Taurus, y posteriormente duque de Alba, y varios colaboradores de Cuadernos para el diálogo y Triunfo".
Después de tomarse un tiempo para reunir información y de evaluar los posibles riesgos que podían derivarse del recital –"Me llegaron avisos, más o menos solapados, por actividades organizadas con anterioridad"– y de las advertencias continuas de su padre de que no se metiese en política –"ya que en nuestra familia no había traído más que desgracias"–, Manolo Pombo consideró que "mi único camino objetivo era el del cambio, luchar, a mi estilo por una universidad científica y, en definitiva, por la promoción social y cultural de Galicia".
Ahora en gallego, el pediatra sarriano de reconocido prestigio internacional, asegura que "baixo tales premisas cheguei a conclusión de que loitar pola miña lingua entraba dentro dos meus cálculos e afrontei o compromiso".
"Como sempre me gustou aterme a legalidade vixente, solicitei por escrito ó meu decano, o profesor Alejandro Novo González, a autorización para celebrar o acto. O día anterior, chamoume persoalmente, xa que desexaba dispor dunha información máis completa. Algo debería sospeitar. Cando me vin fronte a el, procurei facer gala dos meus millores dotes de humildade e faleille de catro rapaces, realmente duns afeccionados, que desexaban facer un recital; en fin, intentei facerlle ver que se trataba de algo de pouca trascendencia".Es conocido que bedeles de diversas facultades informaban a las autoridades académicas y que jóvenes policías disfrazados de "universitarios" hacían lo propio con el gobernador civil Juan Abelenda. Por eso se explican las reservas del decano. Cuando Manolo Pombo cree que al salir del decanato , "don Alejandro estaba convencido de que o recital ía transcorrer, máis o menos, entre a Rianxeira e Chamáchesme moreniña a vista de tanta xente", puede que para entonces el catedrático de Gine supiese que su hijo, Alejandro Novo Domínguez –uno de los alumnos más brillantes de la Universidad de Santiago, también hoy catedrático– había sucumbido ante la marea imparable del movimiento estudiantil.
La hoy jefa del servicio de Hematología del hospital Meixoeiro, Lourdes Enríquez Morales, recuerda con meridiana precisión cómo ella le animaba a estar, cuando menos, en segunda línea de las algaradas, asambleas y encierros. Pero ésta es otra parte de la historia del 68, que EL CORREO contará en detalle más adelante.
La conclusión más atinada se explicaría a través del muy "tolerante decano", que cerró los ojos y dejó hacer, probablemente porque antes que decano era padre.
Al volver sobre las explicaciones que Alejandro Novo pide a Manolo Pombo, éste recuerda que el decano le reprochó únicamente que se quedara tan corto en sus apreciaciones. "Inda que me dou un sobresaliente en 1967 (en Gine) e notable en 1968, sempre lembrarei que comigo foi amable, nobre e todo un cabaleiro".
Cuarenta años después, el profesor Pombo se sitúa mentalmente en el escenario del 26 de abril: "Desde o comezo tratei de controlarme. Cheguei, mesmo, a ameazar coa suspensión do acto se tentaban pasarse coas mensaxes das pancartas". Precisamente, uno de los estudiantes más beligerantes en sus mensajes era Antonio Rodríguez López, años más tarde catedrático de Psiquiatría de la USC, ya fallecido. "Tiña que presentar o acto. Sentínme nervioso. Creo que nunca o estiven tanto. Todos o estabamos: presentador, cantantes e público. O sistema de megafonía non ía ben. Era a primeira vez na miña vida que ía falar en galego en público, un público que me parecía enorme, expectante, ansioso. Non sei o que dixen, non o recordo. Pero hai algo que nunca esquecerei, foron as miñas últimas palabras". Aquel 26 de abril de 1968. Manolo Pombo acertó a decir: "Nós, hoxe, aínda nos temos votos, pero xa temos voz"
"Foi un dos días máis inesquecibles da miña vida"
Roberto Qumata |