Juan Marsé. Notas para unas memorias que nunca escribiré. Lumen, Barcelona, 2021.

   
 

El autor. Por una vez no me voy a supeditar a mi planteamiento habitual, en gran medida porque este buen escritor bien merece un tratamiento particular. Tomaré de mi DIARIO algunas consideraciones que tengo escrito sobre él:

El 23 de abril del año 2009 reseñé lo siguiente: “Día del libro”, paraninfo de la Universidad de Alcalá de Henares, donde el escritor barcelonés Juan Marsé, nacido como Juan Faneca de una madre que se muere por traerlo a la luz y de un padre que lo da en adopción unas semanas después, autodidacta, aprendiz en una taller de joyería, recogió de manos de Rey el Premio Cervantes, el más importante de las letras españolas, convirtiéndose así en el primer catalán que lo recibe. “Soy catalán y escribo en castellano, y no veo nada anormal en ello”, dijo, y yo tampoco por venir de él, ese hombre con su cara de tipo duro, como de maltratado por los días de la vida detanto escribir en español en un sitio donde prefieren a los mediocres, siempre que escriban, eso sí, en catalán. Viene a decir de sí mismo que nunca se ha mordido la lengua cuando dice sus pocas palabras, nacionalista de ningún lado, defensor de nada, recuperador del tiempo, sobre todo eso, al que le gustan las mujeres y el vino, como a casi todos los normales. Sí, en la distancia corta, un buen tipo, como de la familia de un tal Pijoaparte. Sí, la mejor novela que escribió: Ultimas tardes con Teresa. Además, los títulos de sus obras, dignos, como no, de un orfebre. Sí, definitivamente, pudiera tratarse del más grande novelista español vivo.

Más adelante, el 20 de agosto del 2011, anoté en mi Diario lo siguiente, extraído de un periódico: “Irene Rigau, la consejera de Educación de la Genelaritat, en septiembre presentará dos planes para fomentar la lectura y el conocimiento de los escritores catalanes. La consejera no tiene intención de promover la lectura de libros de Juan Marsé, Eduardo Mendoza, Enrique Vila-Matas, Sergi Pàmies, Javier Cercas, Carlos Ruiz-Zafón, José Agustín Goytisolo, José María Gironella, Carlos Barral, Pere Ginferrer, Félix de Azúa o Ana María Moix, ya que sus libros están escritos originariamente en español.” A lo que añadí lo siguiente de mi cosecha: Allá ellos, con sus trincheras, empeñados en forzar la historia, a través de sus afanes de acabar con lo que todavía es una realidad, la comunidad bilingüe. Políticos obstinados en romper definitivamente con el pasado, con el único fin de valerse del poder para sus fines, a los que el beneficio del pueblo realmente les importa un comino.

Por último, el 19 julio 2020, escribí: Murió Juan Marsé, ausente de la gilipollada del independentismo y, por lo tanto, también de los medios –todos- que lo postulan. De él creo recordar que el primer libro que leí fue Ultimas tardes con Teresa. ¡Como pasó el tiempo! Realmente ha muerto de viejo.

Juan Marsé nació en Barcelona en 1933. En 1960 publicó su primera novela, Encerrados con un solo juguete y en 1962 apareció Esta cara de la luna. Le siguieron Últimas tardes con Teresa, que en 1966 obtuvo el Premio Biblioteca Breve; La oscura historia de la prima Montse (1970); Si te dicen que caí (1973); La muchacha de las bragas de oro, que le valió el Premio Planeta en 1978. Cuatro años más tarde aparecía Un día volveré, seguida de Ronda del Guinardó (1984), Teniente Bravo (1986) y El amante bilingüe (1990). El embrujo de Shanghai recibió el Premio Nacional de la Crítica en 1994 y Rabos de lagartija (2000) el Premio Nacional de la Crítica y el de Literatura. En el 2005 apareció Canciones de amor en Lolita´s Club, en 2011 Caligrafía de los sueños y en 2014 Noticias felices en aviones de papel. En 2016 tenía lugar la aparición de su última novela, Esa puta tan distinguida y, en 2017, la antología de relatos Colección particular. De aparición póstuma fueron: Viaje al sur (2020) y Notas para unas memorias que nunca escribiré. Falleció el 18 de julio de 2020. (Imagen tomada de Wikipedia, Juan Marsé en 1991).

 



La Obra.


   

Comencé la lectura de este libro con desanimo, no me convencía lo que estaba leyendo. Ya diré porqué. Pero antes señalaré que se debe leer con atención el Prólogo de Ignacio Echevarría. Aclara aspectos no exentos de interés, como por ejemplo, que Marsé autorizó en vida los materiales que aparecen en este libro, algo digno de tener en consideración a la hora de valorar el alcance de todo lo que el autor manifiesta. Se indica que parte de lo relatado procede de un diario escrito durante el año 2004, en el que resulta evidente su afición por el cine, su preocupación por nadar y en el que, a pesar de que presuma de que la palabra NO es la favorita en relación con su vida social, deja constancia de un buen número de comidas y cenas. A lo anterior le acompaña el contenido de tres pequeñas libretas, de anotaciones sueltas, que comprenden un arco cronológico que va del año 2006 al 2019, y que precisamente ha sido el contenido que personalmente me ha resultado más entretenido, con mucho, sin duda porque es ahí donde se manifiesta más claramente, donde sale a la luz sin tapujos su sentirse como el prototipo del escritor charnego, un título que, como manifiesta el prologuista, él asumía con cierta jactancia, simpatizando con su más célebre personaje, el Pijoaparte, “el charnego irreductible”, en oposición al “charnego domesticado” encarnado a sus ojos por Francisco Candel. Añádase que fue en esta parte, la de las libretas, donde mi sintonía personal hacía este escritor se acrecentó.

Marsé es de los que dice lo que piensa y muchos coincidimos, digamos que no en todo, sí en la mayoría de lo que manifiesta:

  • Carod-Rovira: “Un tipo impresentable que debería desaparecer cuanto antes por el sumidero de la historia”. Pues parece que le escucharon.

  • Aznar: “Este hombre es el político más imbécil que ha dado este país, y hay que ver cuántos hemos padecido”.

  • Refiriéndose a la Iglesia de los años cuarenta y cincuenta, cuando llevaban a Franco bajo palio: “Toda la pringue y toda la mugre del nacionalcatolicismo, que Satanás se lleve”.

  • “En España, el pasado no ha muerto; ni siquiera ha pasado”.

  • “Prosistas: Camilo José Cela = prosa campanuda; Francisco Umbral = prosa sonajero; Javier Marías = prosa pringada; Javier Cercas = prosa resabiada; Carlos Ruiz Zafón = prosa insolvente; Juan Manuel de Prada = prosa ensotanada; Marguerite Duras = prosa tricotosa”.

  • “En cualquier caso, la Catalunya independiente que nuestros políticos nacionalistas nos están preparando no me gusta nada. Es una Catalunya excluyente, patriotera, insolidaria y beatorra”.

  • “Catalunya es un país que añora un pasado propio que no existió nunca”.

  • “El peinado del president de la Generalitat Puigdemont ha sido declarado de Interés Turístico Internacional, y el procés de Interés Turístico Regional”.

  • “-¿España nos roba?

-No. La que nos roba es la familia del Honorable Jordi Pujol.

-Bueno, y el gobierno del PP (no España) también nos roba”.

  • “Ya sin la menor duda: la firma más desvergonzada, aberrante, risible y repulsiva del periodismo nacional es la de Pilar Rahola.” Reconozco que a esta la tiene particularmente entre ceja y ceja a lo largo del libro. Doy por cierto que somos muchos a aplaudir. Constituye una de las “bestias negras” de Marsé, a la que cataloga de carrincló, en catalán, que viene a significar antigualla, vejestorio, carcamal, o, más coloquialmente todavía, carroza.

Quede aquí lo referido como una muestra de lo que se dice en este libro, imprescindible para adentrarse en una época muy particular de España, donde tantos protagonistas, sobre todo políticos, se nos revelan de forma despiadada a través del insobornable testimonio de uno de nuestros mayores escritores.



                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                              

 





 

 

   
 

A propósito de los catalanes: “Solo se ocupan del catalanismo y de las enfermedades venéreas y de lo mucho que se parecen a los franceses” (Borges), “cuando en realidad a quien se parecen es a los suizos.” (Domingo Ródenas de Moya).

   
 
 
 
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