La autora. Vivian Gornick (Bronx, Nueva York, 14 de junio de 1935): periodista, escritora y activista feminista. Hija de judíos socialistas.  Se licenció en Artes en 1957  y se graduó en 1960 en la Universidad de Nueva York.  Comenzó a escribir en el Village Voice, donde empezó a darle voz al movimiento  feminista, hasta convertirse en una de las voces más reconocibles de los Estados Unidos en este campo, y, posteriormente, en otros medios como The New York Times o The Nation. Publicó once libros, siendo una de sus obras de referencia Fierce Attachments: A Memoir  (Apegos feroces)  y su libro más reciente, segunda parte del citado, The Odd Woman and the City (La mujer singular y la ciudad, editorial Sexto Piso, 2018)  que apareció en mayo de 2015. Toda su obra surge desde una perspectiva de género, que ha sido su clave como periodista y escritora.

La Obra.


   Iniciamos nuestras vacaciones de verano con la lectura de esta obra singular, cuya traducción nos llega con treinta años de retraso, todo un clásico del memorialismo norteamericano. Fue elegido como el Libro del año por el Gremio de Libreros de Madrid. Confieso que cuando finalicé la lectura de este libro, me quedó la sensación de que bien merecería una relectura, pero el tiempo apremia.


 Esta obra trata, fundamentalmente, de la relación de una hija con su madre (atribulada por la muerte de su marido), de esa relación casi perniciosa, tan rechazada como tan inexcusable,  la vida misma tantas veces, entre una madre “clásica” y una hija que necesita, que intenta, ser otra cosa, que trata de sobreponerse al mandato casi divino, propio de su época: casarse y tener hijos. “Gornick, una mujer madura, camina con su madre, ya anciana, por las calles de Manhattan, y en el transcurso de esos paseos llenos de reproches, de recuerdos y complicidades, va desgranando el relato de su lucha por encontrar su propio lugar en el mundo”. Otra figura protagónica es la de Nettie, una atractiva y joven madre -muy poco cuidadosa con su hijo- que, al enviudar, se entregará compulsivamente al sexo y a los hombres. Gornick no tiene ni en su madre ni en Nettie un modelo de mujer que le sirva de referencia fiable y ya, en la segunda parte del libro, aparecen los hombres -un marido y dos amantes, el segundo de ellos casado, de un nivel cultural inferior y de larga duración- que jalonaron, de forma siempre insatisfactoria a la postre, la búsqueda y encarnación -con los estudios, la escritura y el compromiso- de la clase de mujer que deseaba ser.

Nadie es libre, nunca del todo, hasta el punto de que puedes acabar siendo lo que nunca quisiste ser. Estamos hechos de muchas historias, pero también de muchas personas que han compartido nuestra vida en algún momento.  Naces marcado, por mucho que pretendas desprenderte de tus antecedentes. Todos cargamos con un saco, mayor o menor, lleno de nuestro pasado. Y ese es el mensaje de un libro que a mí me ha parecido brillante, inteligente, un libro de memorias muy honesto, como tiene que ser.