Cristina Sánchez-Andrade. Las inviernas. Barcelona, Editorial Anagrama.

   
 

La autora. Cristina Sánchez-Andrade nació en Santiago de Compostela el 5 de abril de 1968 y, en la actualidad, vive en Madrid. Es hija de madre inglesa y padre gallego. Se licenció en Derecho y Ciencias de la Información. Escribió relatos que le valieron diversos premios literarios, como Cuentos de las Bibliotecas de la Comunidad de Madrid, y en el año 1999 publicó su primera novela, Las lagartijas huelen a hierba. Después publicó las novelas Bueyes y rosas dormían (2001), Ya no pisa la tierra tu rey (premio Sor Juana Inés de la Cruz, 2004), Alas (2005), Coco (2007), Los escarpines de Kristina de Noruega y El libro de Julieta (2011). Traducida a varios idiomas, combina sus colaboraciones en diferentes medios de comunicación como columnista y crítica literaria y también es traductora de clásicos de la literatura inglesa.

 


La Obra.



Un buen comienzo de las vacaciones de verano con la lectura de un libro en cuya adquisición pesó el lugar de nacimiento de la autora. No salí defraudado. Tal vez no se trate del gran libro que siempre se busca  pero merece la pena. Se lee con facilidad. No sé si pasó por las manos de un corrector de pruebas, ya que, por ejemplo, la palabra gallega carreiro no aparece diferenciada en el marco de un texto en castellano que, por lo demás, resulta atractivo en las diferentes tonalidades que ofrece y que van desde lo narrativo a lo lírico y a lo humorístico (a lo que fácilmente conduce, como es de sobra conocido, la retranca de los gallegos). De fondo: una aldea de Galicia de los años 50. Las protagonistas: dos hermanas, Dolores y Saladina, que regresan a la aldea tras años de ausencia y a quienes une un oscuro pasado, la pasión por el cine y el no tan raro vínculo de quienes, necesitándose, también se detestan. Se trata de una historia en la que la fantasía, la oralidad y la ternura se abren paso en compañía de una serie de extravagantes personajes: la viuda que guarda luto perpetuo; el marinero que mamó del pecho de su madre hasta los siete años; un mecánico dentista sin título que emborracha a sus pacientes; un maestro del ferrado; un misterioso abuelo asesinado que apalabró con los vecinos la compra de sus cerebros y, por supuesto, la figura imprescindible del cura del pueblo. Y sí, de fondo realmente una buena dosis de dimensión mágica, tan propia de la Galicia profunda y que nos lleva, como no, a pensar, salvando las distancias, en Cunqueiro, aquel que, digan lo que digan, fue el primero en eso que se terminó llamando el realismo mágico; también en Torrente Ballester e incluso en aquel que presumía de ser descendiente de gallegos y que cuando visitó Galicia (mayo, 1983) confesó que había realizado uno de sus sueños más antiguos, Gabriel García Márquez.

Una deliciosa historia que nos acerca a aquella Galicia donde los secretos abundaban, de tradiciones tan propias y de leyendas que ayudaban a superar las largas noches del invierno. Me gustó este libro, y eso no siempre se puede decir.





 

 

   
 

Los muertos pueden dar mucho juego.

   
 
 
 
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