Andrés Neuman. El viajero del siglo. Madrid, Santillana Ediciones Generales, S.L.
   
 

El autor:   Nació en 1977 en Buenos Aires, ciudad donde pasó su infancia. Hijo de una familia de músicos exiliados, terminó de criarse en Granada, en cuya universidad estudió y fue profesor de literatura hispanoamericana.  Actualmente reside en España y es columnista en el diario ABC (suplemento cultural), en la Revista Ñ del diario Clarín, en el diario Ideal de Granada y en Sur de Málaga.  Considerado uno de los autores más prometedores de los últimos años, a los 22 publicó su primera novela, “Bariloche“, a la que siguieron otras obras, tanto novelas como libros de cuentos, ensayo o poesía. En 2007, mediante una votación convocada por el Hay Festival y Bogotá Capital Mundial del Libro, fue elegido entre los más destacados jóvenes autores nacidos en Latinoamérica, siendo incluido en la selección Bogotá-39.

El libro: No soy un apasionado de la literatura actual y, sobre todo, siento una especie de rechazo enfermizo hacia las obras merecedoras de un premio, en este caso el Alfaguara. No sé muy bien lo que me llevó a transgredir tales inclinaciones en esta ocasión, quizás la frase de Bolaño (“La literatura del siglo XXI pertenecerá a Neuman y a unos pocos de sus hermanos de sangre.”) haya tenido algo que ver. No he salido defraudado del empeño, que alguno si hay que tener para afrontar sus 531 páginas. Bueno, en verano se puede permitir uno ciertos excesos. En efecto, la obra es un tanto excesiva, desde luego ambiciosa. Basada en un lied  de Franz Schubert, El viajero del siglo cuenta el encuentro entre Hans, un forastero, que llega a una ciudad alemana que no existe en realidad, y un anciano organillero. Mezcla de novela histórica, misterio, relato amoroso y reflexión sobre la emigración y los cruces de cultura. Se trata de una novela futurista del pasado, en la que se contempla el siglo XIX con la perspectiva del XXI, donde el contexto que nutre la historia sorprende por lo real y bien documentado.  Así, a través de la comparación entre el pasado y nuestro presente, analiza conflictos actuales como la emigración, el multiculturalismo, las diferencias lingüísticas y la emancipación femenina. Algunas perlas:

1.      “Yo diría que los franceses escriben sobre todo para gustar, igual que los alemanes escriben para pensar o los ingleses lo hacen para ser entendidos.”

2.      “Lo entiendo, dijo ella entregándole su copa, a los hombres no les gusta hacer nada que no hagan muy bien.”

3.      ¿Por qué hago el ridículo?, se preguntaba sin saber que sólo hacen el ridículo quienes se lo preguntan.”

4.      “…mirar también es tomar parte de la caza.”

Y más. Las últimas páginas de una calidad estilística magistral: “El viento es un rastrillo, una polea, una palanca, el viento sabe, alisa el mapa, corre por todas partes y siempre es forastero, se acerca, toma forma…”

Algo que despertó mi atención: las frases inacabadas, incluso terminadas a mitad de una palabra, bastantes, como: “Yo había pensado en embarcarme a América un año de estos, ¡oye!, ¿y si vinieras conmigo?, a lo mejor podrí. Hans, lo interrumpió Sophie…” Si a ti te gusta esta forma de escribir, pienso que te agrada el realismo (reproducción casi magnetofónica del habla, estilo propio de un movimiento literario imperante en la segunda mitad del siglo XIX).

En definitiva un libro de un autor con talento, de un virtuoso, enriquecedor, y en el que resulta evidente que no se escatimó esfuerzo por parte del escritor.

 

   
 
                                                                       Nada es ya para toda la vida.
   
 
 
 
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