Luís Landero. El guitarrista. Tusquets Editores, Barcelona, 2002.

   
 

El autor.

Alburquerque, Badajoz,1948. Es un novelista y articulista español. Procedente de una familia campesina. En 1960 su familia se trasladó a Madrid, en donde su padre instaló un taller de punto y costura. Luis comenzó a trabajar a los 14 años en los más diversos oficios: aprendiz en un taller mecánico, recadero en una tienda de ultramarinos, de auxiliar administrativo, guitarrista de flamenco –con participación en alguna gira internacional- junto a un primo durante algunos años y, durante esta etapa, comenzó precisamente una afición obsesiva por la literatura que ya no abandonaría nunca. Dejó la guitarra a los 19 años para estudiar en la universidad. Estudió Filología Hispánica en la Universidad Complutense de Madrid y ejerció en la misma como profesor ayudante de Filología Francesa. Fue profesor de Lengua y Literatura españolas en el instituto Calderón de la Barca de Madrid, en la Escuela de Arte Dramático de la misma ciudad y en la Universidad de Yale. El éxito de su primera novela, Juegos de la edad tardía, publicada cuando su autor contaba más de cuarenta años, le sirvió para poder dedicarse a la escritura. Con ella ganó el Premio Nacional de Narrativa y el de la Crítica. A esa novela le siguieron Caballeros de fortuna (1994); El mágico aprendiz (1998); El guitarrista (2002); Hoy, Júpiter (2007); Retrato de un hombre inmaduro (2010); Absolución (2012), elegida como la mejor novela española del año por los críticos de El País, El balcón en invierno (2014), Premio Libro del Año del Gremio de Libreros de Madrid y Premio Dulce Chacón 2015, La vida negociable (2017) y Lluvia fina (2019). Traducido a varias lenguas, recibió otros premios y distinciones y es considerado por muchos uno de los nombres esenciales de la narrativa española actual.

 

 



La Obra.


   

Otro, sí, otro más de esos libros que se fueron quedando en las estanterías de los, por decir algo, abandonados sin razón, sin que se sepa el motivo del olvido. En todo caso, cómo pasa el tiempo, ya que apareció en el 2002. No sé, os lo juro, el porqué he dado con él ahora. Y me siento contento de que nos hayamos encontrado. En cualquier caso lo digo desde mi absoluta libertad, me refiero a lo de haberlo tomado o dejado y terminar comentando aquí, que se deriva de la potestad de mantener esta página que me consume tiempo, fundamentalmente de mis vacaciones, e incluso, puestos a decirlo todo, algo de dinero. Todos los caprichos, acostumbran a ser subsidiarios de lo mismo. En el gasto no incluyo a los libros, porque ellos forman parte de mi formación, de mi manera de emplear el tiempo y de entender la vida, algo que no tiene precio.

Comienzo del libro: “Hace mucho tiempo (cuando yo ni siquiera sospechaba que algún día llegaría a ser escritor) fui guitarrista…”. Para mí hay comienzos inolvidables, y este me gusta, y me recuerda que me abre las puertas a un texto que, sin ser exactamente autobiográfico, se va a nutrir – como deducimos de la biografía del autor- de experiencias que le ha proporcionado su propia vida.

Quizás no faltará quien tachará a este libro de simple, porque se deja leer muy bien. Pero dentro de la simplicidad, se pueden hallar perlas, solo hay que procurar buscarlas. Encontrarás quizás palabras nuevas, olvidadas:

  • Farraguas: niño desasistido, descuidado pero que da ternura…

o pensamientos, observaciones, que aunque no se correspondan con grandes hallazgos, forman parte de la novela de la vida, de ese “negocio que no cubre gastos”:

  • “…y por eso cuando alguien muere mucha gente muere un poco con él”

  • “Gente que llega, levanta su tinglado junto al nuestro, iniciamos una relación donde no faltan los planes, las promesas, la presunción de un futuro común, se traban nuestros días en un único nudo de aconteceres, y luego de pronto uno de los dos desaparece para siempre arrastrado por cualquier contingencia y ahí se cierra la historia”.

  • “Porque el buen maestro no es el que sabe mucho, sino el que sabe enseñar mucho”.

  • “Así que el verdadero seductor no es el que conquista sino el que, con arte, se deja conquistar. Y con arte alza el vuelo después”.

  • “Y otra cosa que te voy a decir y que alguna vez entenderás: hay mujeres que, por mucho que jodas con ellas, siempre conservarán algo de su virginidad”.

  • “Eso es como la infidelidad, hay que negarla siempre”.

Incluso leí, el privilegio de dejar pasar el tiempo para poder documentarme con lo que dicen los otros, que podría tratarse de una historia cercana al género del folletín. La gente, los críticos, son libres de decir lo que quieran, y yo digo: este libro me gustó y me entretuvo, que con ser mucho lo de entretener –algunos esto lo desprecian-, yo le encontré “algo más”. El autor se muestra como un profesional en el arte de escribir una novela, en todo momento mantiene el interés. Magistral la descripción de los primeros acercamientos eróticos. Insuperable esta descripción deslumbrante de un muy especial encuentro con una desconocida en el contexto de un forcejeo a ciegas:

“Y entonces ocurrió el milagro. La mujer hizo un movimiento en apariencia imperceptible, apenas nada, sólo un mínimo cambio de posición, pero que bastó para desenredar todo el embrollo y resolver en un instante el laberinto de su cuerpo. Se estiró en lo que parecía una actitud gustosa de abandono y entonces sí: entonces sentí sus formas entregadas y abiertas en un acto rendido de impudor. Como por arte de magia, lo duro se hizo dúctil; lo informe, armónico y exacto; lo inerte, palpitante; fácil lo arduo y accesible lo hermético. Unos dedos bajaron buscando entre el pijama y casi al mismo tiempo sus senos desnudos brotaron de repente en mis manos, como las palomas que hacen aparecer los magos en las suyas.” 

Argumento. Emilio es un joven de humilde familia campesina, que apenas entrado en la adolescencia simultanea sus estudios en una academia nocturna con su trabajo como aprendiz en un taller de automóviles. Atrapado en una vida sobrecargada, un día aparece un primo carnal, que trabajó como guitarrista de flamenco en un restaurante español de París, y le impele a seguir su ejemplo. Su madre es costurera y alquila alguna habitación a tipos más o menos curiosos –el del escritor frustrado resulta un personaje espléndido-. Su recién adquirida pericia con las cuerdas le conduce a que el dueño del taller de coches en el que trabaja le contrate en términos más o menos misteriosos para que dé clases a su joven y hermosa esposa, Adriana, aquejada al parecer (aunque no es seguro) de una extraña enfermedad que le provoca raras fantasías. Y así, mientras Emilio prosigue a trancas y barrancas su prometedora carrera de guitarrista, se inicia un romance sentimental. Emilio intuye que su vida puede caer en una trampa aún más traicionera que la del propio taller, pero gustoso acepta por una vez el reto que se le presenta.

Un libro fácil de leer, bien escrito y muy ameno.



                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                              

 





 

 

   
 

La verdad que se encuentra detrás de la ficción siempre superará a la de las historias reales.

   
 
 
 
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