Rafael Gumucio. El galán imperfecto. Literatura Random House, Barcelona, 2018.

   
 

El autor. Rafael Andrés Gumucio Araya. Nacido en Santiago (Chile), el 15 de enero de 1970. Vivió exiliado en Francia tras elgolpe militar de septiembre de 1973 encabezado por el general Augusto Pinochet.  Realizó estudios universitarios de Pedagogía en Castellano en la Universidad de Chile y luego un master en Literatura. Asistió al taller literario de Antonio Skármeta. Su primer libro publicado ha sido Invierno en la torre. Publicó después Memorias prematuras, “un libro donde el escritor narra su vida: el exilio con su familia en Francia, su regreso a Chile, su fracaso con las mujeres, sus inicios en el periodismo y la vida universitaria" y que "es para muchos lo mejor que ha escrito”. Gumucio emigró nuevamente y permaneció cerca de cuatro años en España para regresar a Chile en 2004, con una nueva novela: Los platos rotos, sobre la que ha dicho que "es no ficción muy ficción”. Posteriormente se casó y se fue a vivir a Nueva York. En esa ciudad —de donde es su esposa, con la que tiene dos hijas— escribió La deuda. Ha escrito para diferentes periódicos. Ha sido guionista y realizador de programas de televisión. Es director del Instituto de Estudios Humorísticos de la Universidad chilena Diego Portales y desde marzo de 2018 asesor de comunicación del Ministerio de las Culturas. Sus dos novelas más recientes son: Milagro en Haití y El galán imperfecto. Recibió el premio Anna Seghers 2004 (Alemania).



La Obra.



   He leído libros mejores pero también bastante peores. Escrito en un lenguaje coloquial, que contribuye a su mayor virtud: destila humor y, para más de uno, eso puede ser suficiente. Va de una circuncisión y la verdad el asunto, aunque parezca increíble, le da juego (más de 200 páginas).

Un treintañero, Antonio, un chileno del cual desconocemos su verdadera ocupación, decide realizarse una cirugía en el pene, hacerse una circuncisión. Lleno de dudas, lector de la Biblia y tímido con las mujeres, lleva una cotidianidad de reflexiones y delirios, de más incertidumbres que certezas. Siguiendo los consejos de su amiga  (también confesora y que podría estar dispuesta a ser algo más), Tamara, y las recomendaciones científicas, que es un decir, del doctor Wagner (“tu cuerpo rechaza tu pene, compadre”), ingresa al quirófano y le extirpan el prepucio con ¡¡¡anestesia general!!, sí, eso que “está en el centro de la cultura misma, como el peñón de Gibraltar” (algo que hasta el presente yo desconocía y que mira por donde, ahora me explico por qué los ingleses no nos lo quieren devolver). Mientras su novia está de vacaciones en el Sudeste asiático, hará todo en silencio y con la mayor cautela posible, confiándole a un círculo reducido de personas su operación. Ah, y también tiene una madre (¡¡¡con la que vive!!!) y que, por supuesto, se entera de todo, con lo que el secreto de su indecorosa operación se desmorona.

Algunos aseguran que el protagonista de la novela comparte con el autor muchas cosas, además de la circuncisión, pues, al igual que Antonio, Gumucio también eligió practicar ballet durante su niñez y ha asegurado que sufrió mucho su "masculinidad poco asumida".

Tras su operación, Antonio, el protagonista de la novela, se ve envuelto en una dinámica de delirio y celos respecto a su novia, Valentina, que se ha marchado de viaje con sus amigas, como hemos dicho, al sudeste asiático. Treintañero con problemas para integrarse en la sociedad, Antonio es un personaje con el que no resulta difícil que el lector se identifique. «Sobreactúa en su derrota para sacar ventaja, pero en su actitud hay un grado de cinismo. Ha vivido toda la vida dependiente de las mujeres, pero en realidad, no le va tan mal, es un falso perdedor», dice Gumucio, que no tiene pudor en señalar que el personaje de la novela es su 'alter ego'. 

Y eso es todo, tampoco a una circuncisión se le puede exigir muchas complicaciones. Además, se lee muy fácil y rápido.

                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                              

 





 

 

   
 

Lo que más agradecen las mujeres es que las escuches, de manera que sean capaces de percibir que todo lo que dicen, tú lo consideres importante.

   
 
 
 
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