Jonathan Littell. Las benévolas. Barcelona, RBA Libros, S.A.
   
 

El autor: Nacido en una familia de origen judío emigrada desde Polonia a Estados Unidos a finales del siglo XIX. En la actualidad reside en Barcelona junto a su esposa belga. Su infancia transcurrió en Francia y solo dejó este país para ingresar en la Universidad de Yale. Marcado durante su infancia por la guerra de Vietnam, se trasladó, después de haber pasado tres años en Yale, a los Balcanes, que en ese momento se hallan en guerra. Se dedica a acciones humanitarias en el seno de la ONG Acción contra el  Hambre en la que trabajó durante siete años, particularmente en Bosnia-Herzegovina, pero también en Chechenia, Afganistán, el Congo, Moscú y otros lugares. En 2001, cesa en su labor humanitaria y se dedica de lleno a escribir Las Benévolas,  libro con el que ganó el premio Goncourt de 2006 y el Gran Premio de Novela de la Academia Francesa.

La obra: Para las vacaciones de verano me traje el libro Las benévolas, que tenía a medio leer. Aviso desde ya que para lograr terminar su lectura se necesita, os lo aseguro, paciencia y, sobre todo, tiempo (al comienzo del libro el protagonista se dirige a los hermanos hombres diciendo: “Existe el riesgo de que resulte un tanto largo…”, y no dice ninguna mentira); quizá por eso, precisamente, porque cuando se llega al final ya hemos olvidado el principio,  se explica que la mayoría de los críticos califiquen al protagonista de homosexual, cuando no es de todo cierto, su condición se podría tachar de ambigua (en una entrevista el autor señala: “No estoy tan seguro de que Max Aue sea homosexual.”), ya que al comienzo del libro se deja constancia de que llegó a casarse, eso sí, con cierta repugnancia, y llegó a tener hijos. Esta novela me recuerda a Vida y destino, aunque esta me resultó más amena y me impresionó más favorablemente, diría que se trata de un buen libro. Sorprende como Littell, que escribió el libro cuando contaba solo con 22 años, logra que la historia parezca real, salvo hacía el final, sobre todo porque hay dos policías, Clemens y Weser, que, aparte de obsesionados con dar caza y captura a Max Aue, tienen la  llamativa competencia de localizarlo con demasiada suma facilidad, claro que tratándose de una real obcecación hasta se puede tolerar. Aunque el protagonista sea falso, inventado, el marco histórico y los detalles contextuales son en general verdaderos, lo que hace que el argumento resulte a todas luces muy convincente, dado que no hay que olvidarse que se trata de una novela, o si se prefiere una biografía inventada, y no de un libro de historia. Sirve para evocarnos la realidad de un genocidio que pone los pelos de punta al más insensible. Existe mucha tendencia a criticar a los judíos por su actuación contra los árabes, pero desde luego sus acciones ni remotamente se aproximan  a las de los alemanes, lo que no debe servir de disculpa. Las Benévolas, que dan el título al libro y que se mencionan de forma explícita en la última línea de la obra son las Euménides, la otra cara de las Erinias, o las Furias, que en la antigüedad perseguían a los criminales, encarnadas, en este caso, en los dos policías de la Kripo (policía criminal), Clemens y Weser, persistentes, obcecados perseguidores del culto oficial de la SS, protagonista de la obra y narrador de sus memorias, Maximilien Aue. Del argumento del libro se desprende una idea principal, que podemos cometer las mayores barbaridades dependiendo de la estructura de la sociedad a la que pertenecemos y  los límites que ella nos impone, porque el hombre no escoge libremente su destino. Buena traducción de la obra de María Teresa Gallego Urrutia.

   
 
                                                              Hay verdades que no duran ni una vida.
   
 
 
 
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