Gonzalo Hidalgo Bayal. El espíritu áspero. Barcelona, Tusquets Editores, S.A.
   
 

El autor: Nació en Higuera de Albalat (Cáceres) en 1950. Es licenciado en filología románica y en ciencias de la imagen por la Universidad Complutense de Madrid. En la actualidad enseña literatura en un instituto de Plasencia. Autor de dos ensayos literarios, de un poemario y de seis novelas.

La obra: Otra vez literatura actual, no he podido resistirme, dadas las buenas críticas de que viene precedida: “Estamos ante una espléndida novela” (Ricardo Senabre). Tierra de Murgaños se corresponde con una geografía imaginaria cuyo centro es la ciudad de Murania (si bien “el eje de la historia es siempre Casas del Juglar”, un pueblo), donde el día en que se celebra el banquete de jubilación de don Gumersindo, llegan viejos alumnos, se preparan discursos y las autoridades locales deciden dedicarle un libro de homenaje. Durante su elaboración, el narrador, compañero de instituto, descubre que el profesor de latín, excéntrico y erudito, caustico y sin embargo paladín de la cultura clásica y del trato benévolo con los alumnos, ha dejado escritos, con el título de “Beatus ivre” (Memorias),  237 folios autobiográficos. Alrededor de don Gumersindo, el héroe pasivo, van a desfilar una sucesión de retratos y anécdotas. Frente a él, el héroe dinámico es Pedro Cabañuelas, un antiguo forajido que, tras pasar por la cárcel, se afinca en el lugar  y, devoto de la antigua Cartago, determina conquistar él solo aquella tierra de romanos.  Mientras se va fabricando la historia legendaria de Casas del Juglar, transcurre el siglo, desde 1910 hasta los años 80, con un Hidalgo Bayal que, como ya he señlado, se inmiscuye él mismo en la trama, convertido en el redactor final del texto.

La prosa de este libro es excepcional, atiborrada de juegos de palabras, malabarismos y continuos guiños literarios, una celebración gozosa del lenguaje, que hacen del autor una de las plumas más precisas y preciosas de nuestra literatura actual. Está claro que a Hidalgo Bayal se le nota que es profesor de lengua y literatura y que, por lo tanto, maneja con soltura la lengua. La lectura del libro requiere de atención, que el lector se implique como protagonista de lo que está leyendo, por lo tanto a muchos les resultará aburrido. Dicho esto, la verdad, no lo considero  propicio para recomendar como lectura de verano, eso es lo que sinceramente pienso, ya me entienden.

 

   
 
                                Palabra de honor: manifestación propia de las sociedades menos evolucionadas.
   
 
 
 
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