Itamar Orlev. Bandido. Traducción de Eulàlia Sariola. Acantilado, Barcelona, 2019.

   
 

El autor.

Nacido en Jerusalén, 1975. Estudió historia y cine. Trabajó en el mundo del teatro y en el sector editorial. Bandido, ganadora del premio Sapir en 2015, es su primera novela. Ha publicado relatos en diferentes revistas de prestigio.



La Obra.



    

Me regalaron este libro, que va de una historia dura, porque los que lo hicieron lo consideraron bueno. Y lo es, sin discusión. Pero, además, y no menos relevante, quizás, si es que lo leyeron, podían haber pensado que el mensaje que encierra bien pudiera servir para “perdonarme” por mi manera de ser en base a los hechos desafortunados -no tan extremos y francamente diferentes a los de la novela- que me acompañaron en mis primeras etapas de la vida (al respecto ver mi libro Desvendado, publicado en Galaxia y lengua gallega, si alguien lo estima oportuno). En fin, para que luego digan que el mundo no es bueno, ya que tal posición conduciría a algo así como lo de si eres como eres, no te preocupes, no te apaleamos, estamos dispuestos a perdonarte, que de eso precisamente trata este libro.

En las primeras páginas me encontré con una palabra nueva, uadi, desconocida para mí. Se trata de un término árabe que significa río seco por el cual solo discurre agua en la temporada de lluvias, que equivale a lo que en España se conoce como rambla. El término no figura en el diccionario de la RAE. Por lo demás, la traducción me ha parecido digna de elogio.

Argumento no exento de complejidad, con algunas discordancias poco significativas o relatos poco creíbles, como, por ejemplo (página 143), cuando nos encontramos con un niño de cinco años que es capaz de encender un fuego de leña y preparar el té y una tortilla. Para mí, demasiado prodigio. Lo cierto es que la historia que se cuenta, con su desconocido componente de ficción, procede de hechos reales e incluso en ocasiones se mantienen los nombres propios de los protagonistas, ya que el autor recibió de su padre, el escritor Uri Orlev (nacido en 1931, ganador del Premio Andersen 1996, el Premio Nobel de literatura infantil), cintas de entrevistas grabadas treinta años antes con el director de cine polaco Ami Drozd, en las que este rememora sus propios recuerdos de una infancia masacrada por la acción de su padre, en los que Itamar Orlev se basó para escribir Bandido. En todo caso el padre del protagonista de la novela es “un hombre que había follado todo lo que había podido, que había bebido vodka hasta decir basta, que había tocado el violín, bailado, vapuleado y matado sin escrúpulos.” Y de ahí, la gran filosofía que trasciende de este libro: “«Tenéis que perdonarle, hijos, después de todo lo que pasó en la guerra no es culpa suya», habría podido decirnos mamá cuando el, borracho, nos pegaba a nosotros y a ella.” // "¡De ningún modo!", protestó disgustada. ¡¿Pero qué estás diciendo?! ¡No tiene excusa! ¡No es el único que sufrió! Otros pasaron por lo mismo que él, lo superaron y fueron buenas personas" (página 305). Estamos de acuerdo, la violencia gratuita es difícilmente perdonable.

La acción transcurre en Polonia fundamentalmente, un país comunista que vive una existencia gris y donde por aquellas calendas se debieron de quedar sin vodka, tal es el consumo desenfrenado de muchos de los que aparecen en esta novela, sobre todo del padre, llamado Stefan Zagosrsky, del protagonista, Tadek. No es extraño que en la portada del libro le hayan dado un tratamiento exclusivo, al vodka me refiero. Me pregunto cómo con tal ingesta, Stefan, fue capaz de llegar a viejo, aunque también habrá quien piense que fue gracias a base del trago de vodka barato como precisamente logró mantenerse con vida.

En el momento que escribo esto (marzo, 2022) se sucede la guerra que hay entre Rusia y Ucrania, por lo que no deja de llamarme la atención lo siguiente: “Porque estamos cerca de la frontera con Ucrania y esa frontera se mueve en cada guerra, de modo que polacos y ucranianos sólo buscan la oportunidad para ajustar cuentas.” Ahora esa rivalidad entre pueblos hermanos se ha convertido en una ayuda humanitaria nunca vista.

También me llamó la atención la acertada descripción de la venida a este mundo de una criatura (página 351), que personifico en esta frase: “La comadrona sostiene entre las manos un cuerpo débil y azulado que acaba de extraer de la entrepierna de mi mujer.” Aunque lo cierto es que la novela no tiene, en general, destellos de una sensibilidad especial, la prosa de que hace gala resulta práctica, atenta a los detalles y funcional, a la búsqueda de ilustrar sin pretensiones académicas, los efectos reales y domésticos generados por los maltratos físicos o sicológicos de un padre alcohólico y su impacto en la conformación de la futura personalidad de los hijos. No en vano durante toda la vida se busca obtener el reconocimiento de nuestro padre.

Argumento. Corre el año 1988 y hace veinte que el protagonista, Tadek, un escritor fracasado, vive en Israel, donde llegó de niño con su madre, obligada a huir de Polonia a causa de un marido carismático, alcohólico y violento que suscitaba entre sus hijos una esquizofrénica mezcla de admiración y terror. Ahora, la mujer de Tadek lo ha abandonado llevándose al hijo que tienen en común y la fatídica repetición del destino de su padre, condenado a la soledad, lo sumen en una realidad de baja autoestima y una profunda crisis existencial. Siguiendo un impulso, a la búsqueda de encontrarse a sí mismo, Tadek vuelve a su Polonia natal para reencontrarse con su progenitor, un alcohólico que languidece en una habitación que huele a orina en una residencia de veteranos, quizá por última vez, y observarlo con los ojos de un adulto. Decidido a dejar atrás para siempre todo lo que representa su padre, Tadek, emprende un inesperado viaje con él – ya frágil y decrépito, pero no menos abusivo- en busca de una incierta reconciliación que los obligará a afrontar juntos los fantasmas del pasado.

Una historia honesta y conmovedora sobre el amor filial y la búsqueda de la identidad, narrada con sentido del humor y ternura, pero también con el inevitable desgarro de las profundas heridas infligidas en la infancia.

En definitiva, se nos presenta una historia de un hombre a la búsqueda de sí mismo, una historia dura, durísima, que nos enfrenta, como ya hemos adelantado, a la dificultad que encontramos en la madurez para superar los complejos y frustraciones que se arrastran desde la niñez. El libro tiene mucho de explicación psicoanalítica de lo que ocurre al protagonista, toda una serie de hechos desafortunados, heridas de la niñez, que, al final, pueden ser fácilmente comprendidos y hasta disculpados si se llega a conocer la infancia de abandono y maltrato por la que transitó.

Uno de los libros más interesantes que leí en la última temporada, uno de esos libros que quedan y al que siempre se puede regresar, uno de esos libros que nos ayuda a encararnos con nuestros defectos y nuestros fracasos. Logra mantener la tensión hasta el final. Sorprende que se trate de la primera novela del autor. Alguien señaló que este libro es un exitoso híbrido entre la novela moderna, la picaresca, la no-ficción o incluso quizás una experiencia a la búsqueda de lo nuevo.

 

 

   
 

Pasarlo mal de niño te obligó a llegar a ser lo que eres.

   
 
 
 
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