Manuel Jabois. Malaherba. Alfaguara, Barcelona, 2019.

   
 

El autor.
Sanxenxo, 1978. Periodista y escritor. Ha trabajado en distintos periódicos y actualmente lo hace en El País. Comenzó varias carreras de Letras pero no terminó ninguna. Dicen de él que se trata de un gallego bohemio que maneja con talento crónica o columna (David Jiménez, en el libro El director, que aprovecho para recomendarles su lectura, si desean enterarse del juego de favores entre los medios y el poder). En 2003 ganó el XXIV Premio Nacional de Periodismo Julio Camba. En 2008 publicó su primera novela, A estación violenta, escrita en gallego. En 2011 publicó Irse a Madrid y otras columnas, una recopilación de artículos. En 2012 publicó un ensayo de carácter autobiográfico sobre fútbol, Grupo salvaje, y en el 2013, Manu, un libro sobre su hijo. En el 2016 vio la luz Nos vemos en esta vida o en la otra, acerca del 11-M, un reportaje novelado,  y Malaherba aparece en el 2019.



La Obra.


        

Con la reseña de esta obra comienza mi campaña, casi diría que acelerada en lo que a lectura se refiere, de mi temporada de vacaciones veraniegas, ya que los comentarios de septiembre y octubre correspondían a libros leídos con anterioridad, sacándole tiempo al ajetreo cotidiano. Y mira por donde, comienzo con un escritor nacido en el lugar, mi paraíso en la tierra, donde yo disfruto del descanso, creo que merecido, y desde hace ya muchos años: Sanxenxo. Y, por ende, he tenido suerte, el libro me ha entretenido y hasta, en algún momento, me hizo reír. 

Comienzo impactante: “La primera vez que papá murió todos pensamos que estaba fingiendo”. Los comienzos son importantes –este escritor, sin lugar a dudas, se inicia con talento y puede llegar lejos- pero los finales también lo son –en este caso, creo que este libro se  hubiera merecido uno mejor, más acorde con el resto de la obra, aunque en esto siempre caben interpretaciones y cada lector es dueño de la suya-.

Los niños dan mucho juego y permiten logros imperecederos, en manos de escritores con la suficiente capacidad de transmitirnos las sensaciones que les provocan a los chiquillos los hallazgos de cada día, sus interpretaciones sorprendentes, sus pesadillas, su entrega a la causa de sentirse mayores. Jabois lo logra. Nos descubre su mundo de descubrimientos, a los que ni siquiera son capaces de darle un nombre ni encontrarles una explicación. Y presidiéndolo, lo de siempre, el descubrimiento del sexo, y la sensación de culpabilidad –sello de una época-. 

La acción transcurre en Pontevedra, tómenlo como un valor añadido. El protagonista, Tambu, nos cuenta su historia, cuando tenía diez años.  Vive dentro de una familia un tanto especial, un padre enfermo y una madre un tanto ausente. Tiene una hermana, Rebe, que adopta el papel de padre y madre para su hermano pequeño.  Con Elvis, compañero de clase y hermano de Claudia, vivirán juntos los últimos días de la niñez, esos en los que aún pasan cosas que no se pueden explicar.

Este libro, con mucho de conmovedor, se lee rápido. No se trata de una obra imperecedera, pero resulta que se trata de uno de esos libros que te animan a seguir leyendo.     

    

        

         

 





 

 

   
 

Por mucho que admiremos las acrobacias textuales o la sagacidad de un libro en el momento en que lo leemos, es el estado emocional lo que consolida el recuerdo y mantiene viva una novela en nuestro interior.

   
 
 
 
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