Lara Moreno. Por si se va la luz. Barcelona, Lumen (Random House Mondadori, S.A.).

   
 

La autora. Nació en Sevilla en 1978 y creció en Huelva. Licenciada en Periodismo. Ha publicado los libros de relatos Casi todas las tijeras (2004) y Cuatro veces fuego (2008) y poesía. Actualmente vive en Madrid, donde es editora free lance e imparte talleres de escritura.

 



La Obra.



Un libro diferente que no gustará a todo el mundo, si bien ha recibido las alabanzas de bastantes críticos profesionales. Para leer despacio, ya que incluso el desarrollo de los capítulos no facilita identificar al personaje que los protagoniza. Lo leí dos veces, para tratar de convencerme de que no iba a equivocarme en mi recomendación. Y la voy a dar. Es esta: merece la pena. La acción no es de las que empujan al lector a consumir las páginas movido por el afán de saber lo que va a suceder, puede resultar una novela tediosa, que también las circunstancias en la que viven los protagonistas lo demanda, pero el lector, el de verdad, se va a sentir compensado por el acierto del ambiente que se crea, por el hallazgo de un lenguaje de una gran plasticidad, entre poético y duro, con un notorio protagonismo de los olores y sensaciones, a todas luces llamativamente apropiado para lo que se pretende contar. El argumento no está exento de inconsistencias y el texto de algún desliz. ¿Qué es eso de espantaascos? Y la frasecita: “Me da fuego y me doy cuenta de que he pensado se da cuenta por fin y no sé si tenía más ganas de que me diera un cigarro…” (página 53). Y otra: “Es muy temprano, los pájaros pían sin angustia, el gato husmea sobre la encimera la de cocina,…” (página 210). Y más, que para algo me lo leí dos veces y que ahora parece que ni las editoriales de renombre tienen correctores.  Pero insisto, para ser la primera novela de esta escritora, no está nada mal, se deduce que tiene luces más que suficientes para llegar lejos.

Argumento: A un pueblo casi abandonado, situado en algún lugar de este país, llegan, enviados por una Organización, Martín y Nadia, una pareja de treintañeros urbanitas que han decidido romper con todo para intentar sobrevivir lejos del complejo sistema de la ciudad. No se llevan nada, o casi, a su nuevo destino: cincuenta libros, una vieja máquina de escribir y poco más. Ambos se enfrentan al pequeño pueblo como si hubiesen retrocedido un siglo: hay carretera, luz eléctrica, agua corriente, gas butano y la mayoría de las otras necesidades se   solventan con el trueque entre los vecinos. La aldea, desde hace mucho tiempo, la habitan tan solo tres personas: Enrique, el dueño de un bar; Elena y Damián, dos viejos, a los que, un buen día, se añadirá Ivana y una niña, hija de todos y de nadie. La llegada de los nuevos habitantes, Nadia y Martín, traerá luces y sombras a su propia vida y a la comunidad, hasta llegar a un logrado final.

Por si se va la luz: una propuesta arriesgada, inteligente, que penetra en la vida de unos personajes enfrentados a situaciones de supervivencia extremas, marcada por un estilo literario personal, y que agradará a los lectores que no buscan lo convencional.     





 

 

   
 

Solo existe verdadera libertad en nuestros sueños.

   
 
 
 
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