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El autor. Giacomo Girolamo
Casanova, que se hizo llamar Caballero de Seingalt,
nacido en Venecia en 1725, primero de los seis hijos
de un matrimonio de actores y descendiente de españoles,
escribió 24 libros sobre las más diversas
materias, pero bastaría con Historia de mi
vida para catalogarlo de extraordinario escritor.
Fue espía, agente gubernamental, diplomático,
editor, empresario de teatro y protopromotor de lotería
(que inició en Francia). Murió creyente
(“He vivido como un filósofo y muero como
un cristiano.”), el 4 de Junio de 1798 en Dux
(hoy Duchov, en Chequia).
La obra. He terminado, con la ayuda de las vacaciones
de verano, de leer los dos tomos (3391 páginas,
a las que se pueden añadir las que corresponden
a la bibliografía y el índice onomástico)
de la Historia de mi vida de Giacomo Casanova,
en el que se refleja la vida europea del siglo XVIII,
el de las Luces, de la Ilustración y de los tiempos
prerrevolucionarios. Casanova llegó a conocer
a las personas más interesantes y decisivas de
su época y viajó por toda Europa, España
incluida (pasó por Pamplona, residió en
Madrid y Barcelona, visitó Aranjuez, Toledo y
Zaragoza, entre otras). Se trata de una obra literaria
que, como señala Félix de Azúa
en el magnífico prólogo que le acompaña,
conmueve, exalta, divierte, inspira, solaza y excita
tanto la lujuria como el raciocinio. Y sigue diciendo
que el arte de Casanova es el de haber logrado construir
un personaje indudablemente amable, simpático,
inteligente, vigoroso, sagaz, curioso por la ciencia
de su tiempo, de ideas perfectamente modernas, con una
energía sobrehumana para resolver problemas prácticos,
en fin, un galán absoluto. ¿Quién
da más? Pocas veces alguien merecedor de tantos
calificativos. Una gran parte de las memorias, algunos
calcularon que un tercio, está dedicado a las
mujeres, de toda edad y condición, a las que
se unía por breve espacio de tiempo y sin haberse
atado definitivamente nunca, el matrimonio no iba con
él. En más de una ocasión a lo
largo de mi lectura, algo, no sé si el sentido
común, me llevó a pensar que tantos amores
bien podrían ser casi un imposible, y hasta me
sentí tentado a considerar que con aceptar la
mitad de la mitad probablemente le podría estar
haciendo un favor. En todo caso, hay que reconocer que
las muchas aventuras que según él le acaecieron,
no dejan de resultar interesantes y de tener su aquel,
a pesar de tan elevada frecuencia. Y ahora, algunas
perlas escogidas, entre tantas y tantas con las que
nos encontramos a lo largo de la obra:
“El hombre que quiera hacer fortuna en esa
antigua capital de Italia debe ser un camaleón
capaz de revestir todos los colores que en el ambiente
en que vive refleja la luz. Debe ser astuto, intrigante,
gran simulador, impenetrable, complaciente, a menudo
infame, falso; siempre ha de fingir que sabe menos de
lo que sabe, usar un solo tono de voz, ser paciente,
dueño de sus gestos, frío como el hielo
cuando en su lugar cualquier otro ardería; y
si por desgracia no tiene religión en el corazón,
debe tenerla en la mente, sufriendo en paz, si es honrado,
la mortificación de tener que reconocer sus hipocresías.
Si detesta este tipo de comportamiento, debe abandonar
Roma e ir en busca de fortuna a Inglaterra.”
Página 222.
“Los franceses siempre me han gustado; los
españoles, todo lo contrario. Sin embargo, muchas
veces he sido víctima de engaños por parte
de franceses, nunca de españoles.”
Página 311.
Extraigo de un diálogo en el que se aduce que
la religión cristiana es falsa porque no puede
ser universal:
“ -¿Por qué?
-Porque no hay ni pan ni vino en las dos terceras partes
de nuestro globo. Y observa que el Corán puede
ser seguido en todas partes.” Página
353.
Cita a la ciudad de Santiago de Compostela, cuyo
nombre llevaba, en la página 1061. Más
adelante, página 3008, habla de unos peregrinos
que “venían de Santiago de Galicia
a pie”.
“Pero siempre es cierto el proverbio que
dice que hay que guardarse de un hombre que no ha leído
más que un solo libro.” Página
2056.
“Como quiera que sea, la lengua española
es sin contradicción una de las más bellas
del universo, sonora, enérgica, majestuosa, que
se pronuncia ore rotundo, susceptible de la más
sublime armonía poética, y que en cuanto
a musicalidad podría compararse a la italiana
si no tuviera las tres letras guturales que echan a
perder su dulzura, pese a lo que puedan decir los españoles,
que, como es lógico, tienen una opinión
contraria.” Página 2835.
“Casarse siempre es una tontería,
pero cuando un hombre la comete al acercarse a la vejez,
es mortal.” Página 3120.
“No tratan mejor a un médico en España:
si el enfermo sana, es por la protección de algún
santo, y si muere son sus remedios los que lo han matado.”
Página 3368.
Y, claro, muchas más, algunas tan válidas
ayer como lo siguen siendo hoy. Si disponen de tiempo
y desean divertirse con una lectura entretenida de alguien
que, sin duda alguna, supo vivir la vida, pues ya saben.
Para terminar, no podemos dejar de resaltar la traducción
exquisita y premiada de Mauro Armiño.
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