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El autor:
Escritor nacido en Sudáfrica (Ciudad del
Cabo, 9 febrero de 1940) y nacionalizado australiano, país donde reside
actualmente. En el año 2003 fue galardonado con el Premio Nobel
de Literatura. Ha ganado, también
merecidamente, dos veces el premio Booker. Se
licenció en matemáticas e inglés en la Universidad de Ciudad del Cabo. A
comienzos de los años 60 se desplazó a Londres, donde trabajó
durante algún tiempo como programador informático. Dejó constancia de esta
etapa de su vida en su novela Juventud (2002). En 1969 se doctoró en lingüística
computacional en la Universidad de
Tejas en Austin (EE. UU.). La tesis
consistió en un análisis computarizado de la obra de Samuel Beckett.
Después dio clases de lengua y literatura inglesas en la Universidad Estatal de
Nueva York en Búfalo (EE UU) hasta 1983. En 1984 volvió a Sudáfrica a ocupar una cátedra en
Literatura inglesa en la Universidad de Ciudad del Cabo, donde ejerció la
docencia hasta su retiro en el año 2002. Durante 1989 estuvo en Estados Unidos
como profesor visitante de la Universidad Johns
Hopkins. En la actualidad desempeña
funciones de investigador en el Departamento de inglés de la Universidad de Adelaida (Australia).
Coincidiendo con la Semana Literaria de Adelaida en marzo de 2006, Coetzee recibió la nacionalidad australiana, sin que ello
según él le aleje de Sudáfrica, su lugar de nacimiento y donde transcurre gran
parte de su obra. En sus obras, marcadas por un estilo simbólico y metafórico,
cuestiona el régimen del apartheid y cualquier tipo de racismo, y explora sus negativas
consecuencias en el hombre y en la sociedad. Además de novelas, también ha
publicado numerosas críticas literarias y diversas traducciones.
La obra: Un
joven biógrafo inglés, un tal Vincent, decide
escribir un libro sobre Coetzee. Se trata de un
experto en la obra del autor sudafricano que ha tenido acceso a sus diarios y
cuadernos de notas. Prepara un libro que aspira a reconstruir su vida entre 1971 y 1977, es decir, desde que el
escritor regresa a Ciudad del Cabo, tras vivir en los Estados Unidos hasta que
comienza a obtener sus primeros éxitos literarios, y donde va a vivir con su
padre viudo, un viejo abogado deshonrado, en una casita de las afueras. Para conocer
esa etapa de la vida de Coetzee el biógrafo se
entrevista con cinco personas que trataron por entonces al autor y fueron
cruciales en su vida: su amante, una prima, una mujer brasileña de la que
estuvo enamorado, un compañero de trabajo en la universidad y una profesora
francesa con la que mantuvo una relación sentimental. El biógrafo deja hablar a los
entrevistados y lanza preguntas que intentan desmenuzar la personalidad
granítica de Coetzee. Esas cinco entrevistas
componen, junto a dos capítulos con fragmentos del cuaderno de notas de Coetzee, este libro, que continúa el excepcional ciclo
biográfico iniciado por 'Infancia' y 'Juventud'. Si en aquellos dos libros Coetzee hablaba de sí mismo en tercera persona, en Verano lo que hace es hablar de sí mismo
como si ya estuviese muerto, a través de un biógrafo ficticio y de personajes
que se supone fueron importantes para él al comienzo de su edad madura, en el
verano de su vida. De sus testimonios emerge el retrato de un joven Coetzee algo torpe, rodeado de libros y con poca facilidad
para abrirse a los demás. Conmovedor y a veces divertido, Verano nos acerca a ese gran escritor, sea quien sea, que en todo
caso sale mal parado: incompetente con las mujeres, autista en su manera de
hacer el amor, no sabe bailar, una persona sin distinción, un acosador, un
hombre “divorciado de su cuerpo”, un egoísta a punto de abandonar a su padre en
lo más recóndito del erial sudafricano para dedicarse a la poesía, un antipolítico incapaz de comprometerse. El libro quiere
poner en evidencia la incapacidad de reconciliar la vida con la literatura, un
tema recurrente en la obra del autor. “Novela” inteligente, dura, trágicamente
divertida, ante la que nos preguntaremos cuanto hay en ella de verdad y de
ficción. Gran literatura, un libro de la marca Coetzee,
escritor que tanto nos recuerda a Naipul, aunque sin
nada de sus desplantes y tampoco de su ira. |