Anton Chéjov. Relatos. Barcelona, Círculo de Lectores, S.A.
   
 

El autor: Nació el 29 de enero de 1860 en Taganrog, Ucrania, en el seno de una familia humilde. En 1879 se traslada con su familia a Moscú, donde alterna los estudios de medicina con la composición de narraciones cortas para distintas publicaciones humorísticas (una forma de afrontar la precariedad). Ejerció como médico durante un corto período de tiempo, pero finalmente, gran amante de la amistad, del alcohol y de las mujeres, la necesidad de dinero le impulso a  la tarea literaria como deber cotidiano. Gana el premio Pushkin en 1888 y con más de 200 relatos publicados en diarios y revistas es considerado "el mejor prosista de su generación" ("La estepa", "Ladrones"; "La sala Nro. 6", "Relato de un desconocido", "La isla Sajalín"). En 1887, con el estreno de "Ivanov", se inició en el teatro, el cual le atrajo un patrimonio considerable y gran fama mundial. Aquejado por la tuberculosis se establece en Melíjovo, cerca de Moscú, en 1891. Allí abordará la creación de sus más grandes obras dramáticas, las cuales serán estrenadas en el Teatro de San Petersburgo o en el Teatro de Arte de Moscú entre 1896 y 1904. (" La Gaviota , 1896; "Tio Vania, 1897; "Tres Hermanas", 1901; "El jardín de los cerezos", 1903). Murió en el balneario de  Badenweiler, Alemania, el 15 de julio de 1904.

La obra: Relatos en los que se pinta la vida cotidiana de hombres vulgares sujetos a un destino mediocre. Su lengua, que maravillaba a Tolstoi, es simple, escueta y reservada. Carece de énfasis y el humor está casi siempre presente. De sus relatos emana un encanto único y muestran los aspectos anodinos de la vida, donde los personajes se encuentran insertos en un contexto en el que la antigua clase aristocrática, habiendo perdido el brillo y el poder de antaño, se consumía lentamente frente a los dictados de un nuevo orden encarnado en la incipiente burguesía, un nuevo mundo en el que las rígidas estructuras de la nobleza se ven sacudidas por una clase que comienza a interactúar, en el que los límites se desdibujan y el conflicto se patentiza entre los herederos de un orden determinado por la sangre y los representantes de un nuevo modo de vida regido por el trabajo y el sacrificio. Chéjov supo plasmar, con extrema lucidez, las fluctuaciones de un país que se encaminaba lentamente hacia la modernidad y la industrialización. Su objetivo es mostrar las cosas como son, bajo la plácida sensación de lo cotidiano, lo banal.

Del presente libro destacaría los siguientes relatos: El pabellón número 6, Una historia aburrida (Apuntes de un hombre viejo), por motivos más que nada personales, y la siempre nombrada La dama del perrito.

De los relatos de Chéjov me gustan especialmente los finales. Detrás de la sencillez de lo que escribe y de cómo lo escribe queda siempre un regusto, la sensación de “algo más”. Sus historias, a pesar del paso de los años, no desmerecen, son consecuencias del talento. Aunque no se supiera, leyéndolo, acabaríamos sospechando su profesión. Chéjov toma posición, se coloca del lado de los perdedores. Si hay alguien ahí que no lo haya leído, por favor…

   
 
                                        Hay cosas que nunca hará nadie tan bien como uno mismo.
   
 
 
 
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