El autor. Nacido en Junín, Argentina,1965.  Escritor y periodista. Es autor de los ensayos Grasa (Planeta, 2007), La Vaca-Viaje a la pampa carnívora (Arty Latino, 2007) y Patriotas (Planeta, 2009) y de las novelas Santo (Beatriz Viterbo, 1994), Atlántida (Norma, 2001), Miles de años (Emecé, 2004),Toda la verdad (Seix Barral, 2010), La interpretación de un libro (Candaya, 2012), El espectáculo del tiempo (Seix Barral, 2015) y El artista más grande del mundo (Seix Barral, 2017).

La Obra.


   Un libro diferente que, de entrada, estuve tentado a abandonar, hasta que me fui dando cuenta de lo que pretendía el autor. No se trata de una de esas obras capaz de gustar a mucha lectores pero, eso sí, hay que reconocerle que no está exenta de interés. Nadie espere orden ni cronología lógica en su desarrollo y eso, precisamente, va a constituir un factor, decisivo, para que más de uno abandone la lectura de la novela. En tal sentido no hay que despreciar, además, que se trata de un libro de los voluminosos: 525 páginas. Si se animan se acabarán encontrando con un escritor inteligente, capaz de ofrecerte una prosa que, por momentos, se puede calificar de deslumbrante y, también por momentos, digámoslo, adornada de demasiada palabrería.  Abro el libro por una página al azar y leo: “No podían ser partes concurrentes de una inteligencia táctica”. Y está bien pero… Páginas más adelante: “En sintonía con esos modos maquinales, la música del hotel bajaba del cielorraso en suaves notas tecnológicas sobre las que reinaba la voz de un hombre, seguramente negro”. Pues será muy bonito pero…Y así, más.

     “El espectáculo del tiempo”, ese que todo lo preside (el pasado, el presente y el futuro), ese que nos hace esclavos, es el que conduce a una sucesión de relatos (fragmentos, quizás mejor) que van apareciendo según surgen del cerebro, sin ningún tipo de orden ni concierto de ningún tipo, como ya anticipé, que acaban enganchando al lector (no sé si a todos) de una forma bastante efectiva. Los diferentes capítulos (o repito, mejor fragmentos narrativos), cortos, van encabezados por una fecha, que marca el tiempo a que corresponde lo que se narra. El protagonista es Juan Guerra (que comparte datos con el autor, por lo que bordea los límites de la autobiografía), nacido en 1965, quien regenta en su ciudad natal, Junín (importante pero pequeña, situada al norte de la provincia de Buenos Aires), los cines Lumiere. Este hombre se pone a recordar, de forma aleatoria, algunos hechos de algunos años de su paso por este mundo. Es de su viva voz, como si así fuera, que nos iremos enterando de su vida y de la de sus allegados. En los diferentes fragmentos no vamos a encontrar con el relato de sus amores, con descripciones casi pornográficas (hay bastante sexo, demasiado, cronometrado al segundo) y con situaciones de refinada comicidad. No faltan otras incursiones a la narración, el ensayo incluido, o como cuando se reproducen las páginas de un diario, un poema gauchesco moderno o el discurso de un astronauta.