Luis Landero . El balcón en invierno. Barcelona, Tusquets Editores .

   
 

El autor. Nacido en 1948, en Alburquerque, Badajoz. Licenciado en filología hispánica. Con su primera obra, aparecida en 1989, Juegos de la edad tardía, ganó el Premio Nacional de Narrativa y el de la Crítica. A esa novela le siguieron Caballeros de fortuna (1994), El mágico aprendiz (1998),El guitarrista (2002), Hoy, Júpiter (2007) , Retrato de un hombre inmaduro (2010) y Absolución(2012). Traducido a varias lenguas, es considerado por muchos uno de los nombres esenciales de la narrativa española actual.

 


La Obra.



No esperen una obra autobiográfica en el sentido estricto del término pero, eso sí, se trata de una verdadera historia de recuerdos, los del autor, involucrado en unas circunstancias determinantes, la de una familia de labradores, la suya, que en los sesenta decide emigrar a Madrid (“la tierra prometida”) para buscarse un futuro. Se trata de la historia de un escritor, como tantos, que desde la soledad y desde una infancia sin libros deviene en escritor, para terminar dándose cuenta de que los tiempos están cansados de tanta ficción. Y se dice a sí mismo: “¿Es que no ves que hoy casi nadie lee novelas, o al menos novelas literarias, y que hay placeres y modos de entretenimiento, y ofertas de ocio en general, más fáciles, baratas e instantáneas,…? “ Buena pregunta por parte de un escritor avezado, que se confiesa nunca seguro de sus cualidades, frente a la marabunta de tantos que actualmente se sienten seguros de haber sido llamados a la vocación. Por eso, sencillamente por eso,  el autor del El Balcón en inviernoabandonó la novela que había comenzado a escribir, se dejó de invenciones,  y se dispuso a hacerlo sobre la verdad de la vida. Y además de eso, en este libro se encontrarán con una forma deliciosa de contar, deshilvanada en las historias, no respeta tiempos ni lugares, pero que no molesta. La descripción se adorna ocasionalmente con palabras propias de la época e incluso me encontré con una, jeito, más propia del gallego (xeito) en el sentido que se le da en el libro y que, bajo tal significado no aparece en el diccionario de la RAE.

    

A los que ya peinamos canas, por lo menos a bastantes, la realidad de lo que se relata en esta obra no le va a resultar extraña. Nos conecta con una manera de vivir (el campo, la ciudad, el internado, la pensión, la influencia de un buen profesor…),  de ser (“Mi padre hubiera querido ser un padre cariñoso y comunicativo, pero no sabía cómo y, sin quererlo, lo único que inspiraba era miedo.”) y de luchar para convertirse en “un hombre de provecho”. Nos pone, en definitiva, en contacto con el pasado, de tantos y tantos, con todo un mundo  que ya no existe.  El Balcón en invierno es un libro precioso, evocador, generador de nostalgia, todo un lamento por lo que ya nunca volverá. Quizás sus “páginas puedan servir para que lo vivido no se pierda del todo”.

    





 

 

   
 

Cuando compartes la vida, para bien o para mal, en todo caso multiplicas tus posibilidades de vivirla.

   
 
 
 
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