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El autor: Nacido en Chile
(1953-2003), narrador y poeta (ver reseña correspondiente
a Diciembre 2008). Su prestigio no ha dejado de crecer
en los últimos años, hasta convertirse
en uno de los escritores latinoamericanos imprescindibles
de nuestro tiempo. Entre sus obras se encuentran los
libros de cuentos Llamadas telefónicas,
Putas asesinas y El gaucho insufrible,
y las novelas Estrella distante, Amuleto,
Monsieur Pain, Nocturno de Chile,
Amberes, Los detectives salvajes (Premio
Herralde de Novela, Premio Rómulo Gallegos) y
2666 (ver reseña ya citada), que ha
obtenido numerosos galardones. Póstumamente se
han publicado El secreto del mal, La Universidad
Desconocida, Una novelita lumpen y La
pista de hielo.
La obra: Esta es la primera vez que repito autor en
Mis recomendaciones. Mereció la pena,
digo la lectura de la novela. Me encontré con
ese Bolaño que tanto y tantos alaban, en su más
pura esencia, porque algunas dudas aun me podían.
De esta novela nos vamos a encontrar con mucho ingenio,
con un estilo directo y con personalidad a raudales
(Bolaño nació para escribir a su manera)
y mucha experiencia de la vida que emana del propio
protagonista o, en este caso, del propio autor. Bolaño
es Belano, por lo menos casi, y me van a entender antes
de lo que piensan. Este libro, aunque muchísimo
más digerible, guarda alguna semejanza con 2666:
en los dos subyace una búsqueda, la de Beno von
Archimboldi, un enigmático escritor en esa, y
la de una tal Cesárea Tinajero, una misteriosa
escritora, en esta. Lo cierto es que la estructura de
la novela, la disposición del argumento, resultan
muy particulares. La primera parte se corresponde con
el diario de un muchacho, Juan García Madero,
que ha sido invitado a formar parte del realismo visceral,
un grupo “poético” integrado por
varios jóvenes, de los que Ulises Lima (detrás
del que está el poeta Mario Santiago) y el chileno
Arturo Belano (álter ego de Bolaño, ¿verdad
que ya me entienden?) son los cabecillas, que tienen
muy poco que ver con la buena literatura y que se encuentran
más cerca de la miseria o de la demencia. El
propósito de los líderes, Ulises y Arturo,
los detectives salvajes es encontrar a Cecilia Tinarejo,
de la que esperan que les revele y les comparta una
verdad absurda y solamente intuida. La segunda parte
de la novela, la más voluminosa, consiste en
la reconstrucción de la historia de Ulises Lima
y de Arturo Belano a través de distintos testimonios:
un fotógrafo español, un torero mexicano,
una estudiante francesa, una prostituta adolescente,
una prócer uruguaya (testimonio conmovedor, la
historia de Auxilio Lacouture, una mujer que resiste
la ocupación militar de la Facultad de Filosofía
y Letras de la UNAM de México) , un abogado gallego
( no se lo pierdan, final de ese capítulo incluido,
página 448), un editor mexicano, y así
hasta cerca de 40 personajes, reales o ficticios (uno
de ellos Carlos Monsiváis, tan a propósito,
siempre dispuesto a dar batallas contra los monstruos
de la razón autoritaria, recientemente fallecido).
La tercera, y última, parte de la novela retoma
el diario de García Madero. Dicho lo anterior,
me uno a lo que puedan estar pensando, en efecto, la
novela está habitada por una multitud de voces
narrativas pero, por encima de ese caos, que sí,
que esa sensación la tenemos, lo cierto es que
siempre hay algo que nos invita a seguir: la fuerza
de la prosa de Roberto Bolaño. Cuando terminas
la novela, más de 600 páginas, aunque
parezca mentira, no se sienten demasiadas. Sólo
me gustaría saber la opinión de Octavio
Paz. ¿Qué esto no lo entiendes? ¿Qué
por qué pregunto esto? Si te haces preguntas
es que no eres un lector corriente, y para esos escribía
Bolaño.
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