La autora.

Nacida en Burzaco, provincia de Buenos Aires, 1960. Escritora, guionista de cine y dramaturga. Graduada en Economía por la Universidad de Buenos Aires. Trabajó como contable varios años mientras preparaba sus primeras publicaciones. Su primera novela publicada fue Un ladrón entre nosotros (2004), a la que siguieron Las viudas de los jueves, que recibió el Premio Clarín de Novela 2005; Tuya, Elena sabe, Premio LiBeraturpreis 2010; Las grietas de Jara, Premio Sor Juana Inés de la Cruz 2010; Betibú; Un comunista en calzoncillos; Una suerte pequeña; Las maldiciones y Catedrales (Premio Dashiell Hammett de la Semana Negra de Gijón). Varias de sus novelas han sido adaptadas al cine y a la televisión. Es autora también de cuentos. Ha recibido otras distinciones, aparte de las señaladas, y ha sido traducida a diferentes idiomas.

La Obra.


    

Nunca fui partidario de la novela negra, lo siento, no me gusta nada. Así que no tengo una razón precisa, por lo menos que recuerde, que me justifique por qué llegué a adquirir esta novela. Solo me cabe una explicación, la de que el desarrollo de su acción transcurre en parte en Santiago de Compostela, que con eso de que el actual es Año Santo, hasta podría tener su aquel. Lo malo es que tal escenario no me convenció por falta de realidad. Súmesele que el tema del aborto por aquí ha perdido vigencia, donde la morbilidad acompañante de esa situación se encuentra en cifras muy bajas gracias a las buenas prácticas anticonceptivas y a que su ejecución es legal en nuestro país y gratuita. Añádase a lo ya señalado lo siguiente: lo de que los vericuetos de una religión mal entendida, casi diría que de otras épocas, ya no intrigan al personal. No abundemos en más consideraciones sin antes asomarnos al argumento:

Hace 30 años una joven de 17 años aparece muerta, quemada y descuartizada en un terreno baldío de un barrio tranquilo. La investigación se cierra sin culpables. El brutal asesinato convulsiona a la familia –de clase media educada, formal y católica- que se va resquebrajando, hasta el punto que una de las hermanas se va de Argentina y termina residiendo en Santiago de Compostela, donde regenta una librería, con la justificación de que no regresará hasta que se resuelva lo de quién mató a su hermana. Tan solo mantendrá relación epistolar con su padre. Pasado ese largo tiempo, la verdad oculta saldrá a la luz gracias al persistente amor del padre de la víctima. También se sabrá que el factor desencadenante fue un aborto.

El libro comienza con una frase de R.W. Emerson: “La religión de una época es el entretenimiento literario de la siguiente”. No es el caso. Cierto, como ya he señalado, este tema en nuestro medio ya no resulta actual, ha sido sobrepasado por los nuevos tiempos, ha perdido trascendencia e interés, y la novela es demasiado larga, incluso repetitiva, lenta en su desarrollo, inverosímil y, a pesar de, predecible. Admito que en el país de origen de la escritora, Argentina, o también en otros en base a sus circunstancias, pueda generar otras sensaciones. De hecho, Piñeiro ha sido uno de los rostros más visibles en la lucha por conseguir una ley que legalizara el aborto en Argentina. Por aquí recuerda a una historia antigua.