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El autor.
Nació en Badajoz (1972) y en la actualidad reside
en Sevilla. Desde 1996 trabaja como redactor publicitario,
actividad que compagina con la escritura.
La Obra. He terminado de leer el libro
de Jesús Carrasco, Intemperie, primera
obra del autor. En su solapa figuran varios comentarios
de personas ligadas con editoriales de diferentes países
que, si no dejamos llevar por ellos, sería imperdonable
no entregarse lo antes posible a la lectura de tan “maravillosa,
hermosa y extraordinaria” novela. Y hala, piqué
una vez más, nunca aprenderé. De nuevo
me dejé llevar por la promoción, demasiado
grosera para ser verdad. Claro que en esta ocasión
algo de culpa tuvo el crítico literario Ricardo
Senabre, que siempre me mereció mucho crédito,
y que termina su recensión a propósito
de esta obra en los siguientes términos: “Resumiré
en pocas palabras: como primera
novela de un autor hasta ahora desconocido, Intemperie
es una obra excepcional, que nos sumerge en el mundo
de la mejor literatura. Algo que no puede decirse todas
las semanas. Ni todos los meses.” Coincido con
el citado crítico en lo que dice sobre que en
este libro “cada objeto tiene su vocablo exacto”,
también a mí me llamó la atención,
casi me dio por pensar que el autor debió pasar
bastante tiempo a la búsqueda del exacto significado
de todos los objetos rurales que aparecen en el relato,
hasta el punto de que adquieren un evidente protagonismo.
Sí, lo más importante de este libro es
lo especial de su prosa, no exenta de tonterías:
“En la silla turca de su cráneo se sienta
él o alguien que vive en su interior y que toma
el mando de su cuerpo.” (página 45). Y
ya sé, a estas alturas se estarán preguntando
por lo otro, por el sin duda subyugante argumento. Pues
resulta de lo más simple, a veces hasta poco
creíble, eso sí con un personaje infantil,
lo cual siempre facilita que, por veces, la historia
resulte conmovedora. Intemperie nos cuenta
la historia de un niño que huye de su vida. La
que le ha tocado. Y lo hace en un entorno hostil marcado
por el hambre y la sequía. En su camino, del
cual él mismo dice que lo peor que puede pasarle
es "dar la vuelta al mundo y acabar de vuelta
en el pueblo" se encuentra con un pastor de
ovejas que será su improvisado maestro y compañero
de viaje.
Me fastidia que me engañen. Bien que lo siento,
no me he encontrado con un genio de las letras ni con
la revelación del año. Solo, en todo caso,
entre unas cosas y otras, con un buen libro.
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