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El autor: Nació en Jerusalén el 4 de mayo de 1939, como Amos Klausner (después llegó a cambiarse su apellido por el de Oz, que significa fortaleza, con el afán de emanciparse de su padre y comenzar una nueva vida). Es novelista y periodista y está considerado como uno de los más importantes escritores contemporáneos en hebreo. Premio Israel de Literatura (1988); Premio Goethe de Literatura (2005) por su libro autobiográfico Una historia de amor y oscuridad y candidato varios años consecutivos al Premio Nobel de Literatura. Fue uno de los fundadores del movimiento pacifista israelí Shalom Ajshav. Es profesor de Literatura en la Universidad Ben-Gurión de Beer Sheba, en el Néguev y miembro de la Academia Europea de Ciencias y Artes. En 2007 recibió el Premio Príncipe de Asturias de las Letras.
La obra: Otra vez el libro de un judío. No me extraña que siempre se les acabe odiando: son trabajadores, son preparados (“Siempre ha sido así en las familias judías: se creía que los estudios eran una inversión de futuro…”), son los mejores, algo que no todo el mundo acepta con facilidad. Otra vez, una vez más, en este libro se describen las vicisitudes de la creación del estado de Israel y de sus trifulcas con los palestinos (lo tienen crudo, los árabes como el mismo autor señala, son propensos a la venganza y el rencor) a través de la biografía del propio autor (infancia y adolescencia), en forma de novela, con ese trasfondo vital de quien dispone de datos para reflejar más de cien años de historia familiar, junto con un hecho casi omnipresente, profundamente marcador, de una madre que se muere de forma prematura, se suicida. Resulta un libro ameno, revelador, que enseña sobre las costumbres y sobre la historia de un pueblo, y sobre la vida misma de cada uno, incluso de nosotros mismos. Te encontrarás con páginas memorables, con párrafos para no olvidar, merece la pena leerlo con detenimiento. Aportamos algunos ejemplos que no necesitan ningún comentario, ya que hablan por sí solos:
“Pensándolo bien, a lo mejor es mucho más fácil vivir en un error que vivir en las tinieblas”.
“Lo malo de Trotski, Lenin, Stalin y sus camaradas, eso pensaba tu abuelo, era que intentaron enseguida regular de nuevo la vida según lo que decían los libros, los libros de Marx, de Engels y de otros grandes pensadores como ellos que tal vez conocían muy bien la literatura pero no tenían ni idea de la vida, ni de la maldad, la envidia, el egoísmo, la perversidad y la alegría por el mal ajeno. ¡Nunca, nunca se podrá regular la vida por lo que dice un libro! ¡Ningún libro! “
“Creíamos que pronto, en unos pocos años, los judíos serían mayoría en Eretz Israel y entonces le mostraríamos al mundo entero una conducta ejemplar con la minoría árabe: nosotros, que siempre habíamos sido una minoría oprimida, nos comportaríamos con la minoría árabe con honestidad y justicia, con generosidad, participaríamos con ellos en la construcción de la patria, compartiríamos todo con ellos y de ningún modo los convertiríamos en gatos. Era un bonito sueño.”
“Así pues, ¿qué pensabas? ¿Qué nos iban a agradecer nuestra bondad? ¿Qué iban a salir a recibirnos con tambores y máquinas fotográficas? ¿Qué nos iban a entregar respetuosamente las llaves de todo el país sólo porque nuestros antepasados estuvieron aquí alguna vez? ¿Qué tiene de raro que se hayan alzado en armas contra nosotros?” |