Paula Fox. Personajes desesperados. Traducción de Rosa Pérez Pérez. Prólogo de Jonathan Franzen. Editorial Sexto Piso, Madrid, 2020.

   
 

La autora.

Nueva York, 1923-2017. Hija de un estadounidense y de una cubana (de origen español), alcohólicos, que cuando se divorciaron se desentendieron de ella y la dejaron en un orfanato, donde permaneció hasta que su abuela materna la sacó de allí, pero como tampoco tenía recursos económicos para hacerse cargo de ella, fue pasando de mano en mano entre familiares y amigos. Se casó muy joven y tuvo una hija, pero por falta de medios económicos la dio en adopción. Más tarde realizó estudios en la Universidad de Columbia. Tras dos matrimonios fracasados, acabó encontrando el amor en el traductor y crítico literario Martin Greenberg, con quien vivió durante más de cuarenta años. Pese a una vida tan azarosa y de múltiples infortunios, acabó teniendo la oportunidad de estrechar lazos con su primogénita (tuvo cuatro hijos), con la que mantuvo una buena relación hasta el final. Muy reconocida como autora de literatura infantil y juvenil, por la que fue galardona con diferentes premios, sin embargo sus obras para la población en general recibieron un reconocimiento tardío, cuando a mediados de los noventa fueron reivindicadas por figuras tan respetadas como Jonathan Franzen o David Foster Wallace. Es autora de dos libros de memorias, un libro de relatos y seis novelas, entre las que destacan Pobre George (1967), Los hijos de la viuda (1976) y Personajes desesperados (1970), considerada hoy una obra maestra de la literatura norteamericana del siglo XX.



La Obra.



    

Se debe a la insistencia de Jonathan Franzen la reedición en 1999 de esta novela que había visto por vez primera la luz en 1970 y que en España se publicó en 2020. Se trata de una novela con un trasfondo americano cien por cien. En España te muerde un gato, que como veremos es el motivo que desencadena toda la trama de este libro, y te vas a urgencias, sea la hora y el día de la semana que sea y punto, se acabó el problema, y lo normal es que la historia realmente no dé más de sí. Señalemos que la acción transcurre, como no, en el Nueva York de finales de los 60, caracterizado por la ausencia de valores, la creciente insatisfacción de gran mayoría de la población negra e hispana y el aumento de la inseguridad y el vandalismo.

Los protagonistas, Sofía y Otto, llevan casados quince años, sin hijos. Representarían el prototipo de la “perfecta sociedad americana”, tan de puertas para afuera. Viven confortablemente en un barrio de Brooklyn, formado por casas unifamiliares de finales del siglo XIX. No hay motivo aparente de queja, sin embargo la insatisfacción de ella es creciente. Basta un pequeño desequilibrio para que los frágiles cimientos en los que se sustenta la relación, a pesar de la aparente comodidad y vida normal de que disfrutan, se tambaleen. Y ahí es donde interviene el gato, o, para ser más preciso, la mordedura de un gato callejero que Sophie alimenta a pesar de la opinión contraria de su marido Otto. A partir de ahí se va a producir un efecto dominó, ya que el mordisco en la mano de Sophie, que sospecha haber podido contraer la rabia, se convierte en el desencadenante que despierta el conflicto y las dudas en el matrimonio y resucita la rabia, la otra, acumulada tras las capas de apariencias mantenidas a lo largo de una vida de relación privilegiada pero realmente vacía.

Este libro proporciona un exquisito retrato de lo que son las relaciones humanas, con sus miserias y sus imperfecciones, adobadas en este caso por un especial trasfondo de inseguridad y profundo pesimismo en lo social. Se trata de una obra corta en extensión pero, aun así, me gustó encontrarme con el final, por dos motivos: porque ya me tardaba y porque no me lo esperaba. Suscita reflexiones sobre el paso irreversible del tiempo y las expectativas que te ofrece la vida, y con eso, que para algunos no será poco, es con lo que hasta aquí hemos llegado. Me queda un libro que leer para terminar mi campaña de lectura durante las vacaciones de verano. Espero tener mejor fortuna.     

 





 

 

   
 

Vivir, lo que es vivir, solo es posible hacía delante.

   
 
 
 
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