Antonio Gamoneda. La pobreza. Galaxia Gutemberg S.L., Barcelona, 2020.

   
 

El autor.

Nacido en Oviedo en 1931. Al año siguiente murió su padre y en 1934 su madre se trasladó con su hijo a León, donde ha transcurrido su vida. Poeta. Autodidacta. Su padre, también poeta –modernista-, publicó un único libro, Otra más alta vida. El escritor vivió en sus comienzos en el principal barrio obrero, y ferroviario, de la ciudad, El Crucero. Tal entorno supuso para Gamoneda niño una descarnada vivencia de las miserias y crímenes de la guerra civil española y en especial de la represión llevada a cabo por los fascistas durante el conflicto y en la inmediata posguerra. Al día siguiente de cumplir 14 años, sin haber completado sus estudios, empezó a trabajar como meritorio y recadero en el hoy extinguido Banco Mercantil. Terminó por libre sus estudios medios y permaneció en la condición de empleado de banca durante veinticuatro años hasta 1969. Mientras trabajaba en el banco, tomó contacto y fue parte de la resistencia intelectual al franquismo. Se dio a conocer poéticamente con Sublevación inmóvil (1953-1959), publicado en Madrid en 1960, obra con la que fue finalista del premio Adonais de poesía, y que supuso una ruptura con las tradicionales reglas realistas de la época. En 1969 empezó a trabajar en la Diputación Provincial de León, encargándose de poner en marcha sus servicios culturales; creó la colección Provincia e impulsó tambiénuna prestigiosa sala de exposiciones. Con posterioridad fue gerente de la Fundación Sierra-Pambley. Aunque como su primera obra publicada figura Sublevación inmóvil (Madrid, Rialp, 1960), es autor de poesía desde el año 1947, y, por lo demás, se puede considerar que la recepción de su obra no se normalizó hasta la segunda mitad de los ochenta, cuando recibió el premio de Castilla y León de las Letras (1985) y el Nacional de Poesía por Edad en 1987. En 2004 Galaxia Gutenberg publicó una edición de su poesía reunida con el título de Esta luz, objeto en 2019 de una reedición corregida y ampliada a dos volúmenes. En 2005 fue galardonado con el Prix Européen de Littérature y en 2006 con el premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana. Ese mismo año obtuvo el premio Cervantes. En 2009 ve la luz Un armario lleno de sombra, primer volumen de sus memorias que ahora se completan con la publicación de La pobreza. Figura en diferentes antologías, ha recibido gran número de distinciones y ha sido traducido a otros idiomas. (Fotografía del autor, correspondiente al año 2007, tomada de Wikipedia).

 

La Obra.

   

Leo a este poeta desde hace no sé cuántos años, he perdido la cuenta. Una vez que estuvo en Santiago de Compostela, le pedí que escribiera algo en uno de mis libros, El centeno nace bajo el invierno (2003), un título del que acabé conociendo formaba parte de sus versos, un feliz hallazgo que tuvo lugar antes de mandar la obra a la imprenta, por lo que me fue posible incluir en ella -ver la fotografía- la correspondiente cita del autor. En ese momento, septiembre del año 2010, con su letra inconfundible, Gamoneda escribió bajo su propia referencia lo siguiente: “Para Manuel Pombo, que me honra citándome”, con premura y a pesar de la oposición de quienes dirigían el evento, más preocupados de su protagonismo, eso pienso, que de su invitado. Quizás las tierras de León y de mi Sarria (Lugo) natal nos hayan marcado con ese conocimiento sobre el centeno, tan representativo de unas tierras, ya no digamos “por aquellos años”, tan necesitadas de sacrificio y de esfuerzo, tan complicadas para la poesía, y que nos llevaron e encontrarnos en las mismas palabras.

Me gustan los libros de memorias, me resultan generalmente muy entretenidos. En este particular caso, lo confieso, la primera parte me resultó aburrida, al tratarse de un largo preámbulo sembrado de dudas, de arrepentimientos, de preocupaciones, de manifestaciones sobre su proceso de enfrentarse al proyecto y no sé si más cosas, que la verdad hasta me terminé preguntando la razón de tanta página –creo que 124- para, por fin, afrontar sus memorias. A partir de ahí el relato cambia, de acuerdo a mi entender, a mejor.

La obra se distribuye en tres partes: la escritura, la pobreza y un apéndice (dedicado a hechos y nociones que figuran en el libro). La pobreza se inicia el 1 de junio de 1945 y estaba circunscrita, en un principio, a un periodo que iría desde esa fecha hasta el 1 de agosto de 1960, aunque finalmente se acaban rebasando esos límites en el antes y sobre todo en el después. Una vez que, segunda parte del libro, Gamoneda se enfrenta a sus memorias de verdad, más que una descripción lineal de los hechos, salvo la parte relacionada con su trabajo en el banco, se dedica a entremezclar los recuerdos de cualquier época con notas de diario sobre su ajetreada vida de autor de éxito: doctorados honoris causa, conferencias y lecturas, largos viajes por todo el ancho mundo siempre invitado por alguna institución. El libro no está distribuido en capítulos sino en una sucesión de fragmentos, sin demasiado orden ni concierto, como a lo que salga, lo que no resulta obstáculo, casi me atrevo a pensar que todo lo contrario, para que esta segunda parte se lea con facilidad y con interés.

Me resulta curioso que precisamente después de mi reseña de ALVITE (mes de mayo), me encuentre con otro escritor que también gastó muchas horas entre las paredes de un banco, que pareciera que las cosas de la vida van por rachas. En 1945, con apenas catorce años, Gamoneda entra a trabajar como meritorio en el Banco Mercantil de León, abandonando sus estudios y así poder ayudar a sacar adelante la difícil economía familiar. Un sueldo de miseria, un trabajo más bien mezquino y rodeado de gente de escasas miras -en los bancos acababan, como ahora en la política, mucho cerebro sin posibilidades-, que nos retrotrae a tiempos verdaderamente tan esperpénticos como reales, de trasnochada novela costumbrista. Así comienza la trayectoria laboral de un hombre que, no exento de las habilidades o picaresca que tantas veces despierta la miseria para poder salir adelante, llega a la cumbre de su profesión como poeta y como escritor. “Yo vengo de la penuria y del trabajo alienado. Mis fuentes, en lo que concierne al saber, a la vigilia de la sensibilidad y al acendramiento de la conciencia son, permítaseme decirlo crudamente, de baja extracción". Eso nos dice. A la hora de la verdad nos puede la sensación de que presidiendo nuestra lectura, más que la pobreza, que también, está la vejez asomándose con tesón por encima de todo - no habrá “tanta vida como necesitaría para libros posteriores”-. Y también la muerte –fumar mata pero vivir también, más o menos se divierte diciéndonos algo así-, muchas muertes, todo un inventario de desapariciones, amigos y no amigos, vecinos y no tan vecinos, que se han ido y que año tras año van cerrando definitivamente páginas de una época llena de dificultades, de miseria y de hombres, no faltaron, que como Gamoneda fueron capaces de todo para llegar a ser, en este caso de llegar a formar parte de la historia fundamental de nuestra literatura.

Me interesó, ciertamente me entretuvo, su relato de la excursión a los lagos de Enol, que también yo hice hará cosa de 60 años, con un pariente que había emigrado a la Argentina y regresó, con posibles, para pasar una temporada con sus antepasados y con sus vecinos de la infancia. También a nosotros, aunque no nos retuvieron como le pasó a Gamoneda, sí nos paró a altas horas de la noche la Guardia Civil. A una pregunta mía de simple curiosidad o eso creo recordar, recibí una más que ruda contestación. Eran tiempos para mí todavía de inocencia. Aprendí la lección, quizás para siempre.

No me voy a extender en más consideraciones, solo antes de terminar quisiera cerrar con un texto nacido de un Gamoneda que también aprendió una realidad que, desde la experiencia, esa que sirve para tanto, le marcó y le llevó a decir lo que transcribo exactamente: “Fuera de la democracia (fuera o dentro son estimaciones abstractas), las fórmulas históricas del comunismo, supuestas alternativas al capitalismo, tampoco son válidas”. Ya bastante más adelante plantea que “la realización revolucionaria consistiría en la abolición progresiva del consumismo, y en su primer tramo estarían el automóvil y las formas de capitalismo asociadas, modificando, también progresivamente, la mayor parte de los exponentes que se han derivado de la aceleración”. Ahí lo dejo.

Son muchas las razones que, si todavía no lo has hecho, me llevan a recomendar la lectura de este libro: conocer a uno de nuestros grandes poetas, acercarnos a una época de nuestra historia y sacar conclusiones de los apuntes reflexivos de un hombre que de la pobreza y de recorrer un camino nada fácil, fue capaz de aportarnos mucha luz, “esta luz”.

 

                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                 

 





 

 

   
 

Quizás la poesía no debería valorarse por lo que dice sino por las sensaciones que te genera.

   
 
 
 
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