El autor: De este escritor, Guillermo Juárez Fadanelli, nacido en la Ciudad de México en 1963, aunque hay otras fuentes que sitúan su fecha de nacimiento en 1960, se dicen muchas cosas, como que llegó a la literatura desde caminos múltiples y oficios diversos, toda una pintoresca biografía, de la que algunos destacan su condición de desertor universitario y boxeador fallido, para después pasar revista a sus empleos: vendedor de bienes raíces, de árboles navideños y de pasteles. Su aparición en la vida pública literaria se sitúa en 1989, cuando publica junto a Naief Yehya el manifiesto de la literatura basura en la revista La Pus Moderna. Después viaja a España, donde funda, junto a otros artistas locales, el Movimiento Cerebrista. Fadanelli también es fundador de Moho, la revista que luego se convirtió en editorial, donde publicó algunos de sus primeros libros de relatos bajo el seudónimo de Peggy López. Un escritor enmarcado dentro del realismo sucio mexicano. Memorable su libro de relatos Compraré un rifle. Lector de Cioran.

El libro: Benito Torrentera, un nombre que ya evidencia cierta ironía y que el mismo reconoce que de ninguna manera se trata del más adecuado para su profesión de filósofo, mide un metro con ochenta centímetros, algo con lo que se siente bien, pues ha visto los caracteres más aberrantes y las personalidades más detestables encarnadas en cuerpos de escasa estatura. A sus cincuenta años abandona su apacible vida de profesor universitario para proteger a una joven criminal, Flor Eduarda. Lector de filosofía y conocedor de historia colonial, se entera, demasiado tarde, de que la razón y la erudición nunca serán suficientes para oponerse a la bestial atracción que le causa una mujer sin estudios, de veintiún años, vendedora de un Seven Eleven. Flor Eduarda, por su parte, se siente intrigada por este hombre pesimista, carente de sentido común y ocupado en asuntos que a nadie le importan. Ambos personajes huyen hacia Michoacán. Ella desea alejarse de la justicia; Torrentera, en cambio, desea llegar a un pueblo olvidado, Tiripetío, donde cinco siglos atrás se impartiera la primera cátedra de filosofía en América... Torrentera es quien conduce el hilo narrativo a través de la escritura de sus memorias, que redacta desde la cárcel, a la que ha sido llevado por el asesinato de un narcotraficante de tercera categoría que le achaca la policía de Michoacán, en un caso que pone en evidencia las entretelas más oscuras de la corrupción mexicana. Torrentera, como hombre de letras que es, comenta libros y nos habla de escritores y no pierde la oportunidad de criticar las complejidades estilísticas de un Jacques Derrida o de catalogar a la posmodernidad como asesina del estilo.

Sobre Lodo – con la que su autor obtuvo el 2002 el Premio Nacional de Narrativa y en el 2003 fue finalista del premio Rómulo Gallegos- debe señalarse, resulta evidente, las coincidencias con la Lolita de Nabokov. En cualquier caso, a Fadanelli se le siente un escritor en estado de gracia. Lodo, una obra sólo aparentemente sencilla, tiene crítica (mucha), ironía, humor, coraje, garra… Deben leerla.

Me llamó la atención, por ejemplo: “…en hacerme de una mascota…” (página 34); “…entre más dinero tiene la gente más se queja.” (página 45); “…y con un me lleva la chingada en la boca.” (página 52); “Entre mayor es la maleta…” (página 132); “agregé, mamón.” (página 216)