James Graham Ballard. Milagros de vida. Barcelona, Editorial Mondadori, 2008.

   
 

El autor. Nacido, de padres británicos, en Shanghái, China, 1930 – 2009.  Novelista inglés, uno de los autores de referencia de la llamada nueva ola de la ciencia ficción inglesa. Un gran número de sus escritos describen distopías (Representación ficticia de una sociedad futura de características negativas causantes de la alienación humana. RAE). Durante la Segunda Guerra Mundial fue encerrado, junto con su familia, en un campo de concentración japonés, experiencia que relataría en su obra El imperio del sol, que llevó al cine Steven Spielberg. En 1946 su familia se traslada a Gran Bretaña y comienza estudios de medicina, si bien no los completará. A continuación comenzó a trabajar como redactor de un periódico técnico y como portero del Covent Graden, antes de incorporarse a la RAF en Canadá. Una vez licenciado, trabaja durante seis años como adjunto a ladirección de una revista científica, para finalmente pasar a dedicarse por entero a la literatura. En 1973 publicó Crash, una meditación turbadora y explícita sobre la relación entre el deseo sexual y los coches, y que provocó un tenso debate sobre los límites de la censura contra la obscenidad. En total publicó 42 libros, incluyendo libros de cuentos y otros.



La Obra.



    Un libro arrinconado, como tantos otros, al que llego ahora después de nueve años. Quizás fue que en algún sitio me encontré con el término “ballardian” (adjective: of James Graham Ballard (1930-2009), the British novelist, or his works), que aparece en el Collins EnglishDictionary. Digamos que sin la repercusión de Kafka (kafkiano), el apellido Ballard adjetiva un tipo de situaciones o expresiones artísticas entre surrealistas, kafkianas, conceptualmente experimentalistas, futuristas y escabrosas. Quizás pueda haber influido eso para que me decidiera a leerlo. También es cierto que siempre me atrajeron las autobiografías. Esta no es muy larga (236 páginas), me resultó bastante amena (más según avanzaba en su lectura) y tiene un componente sentimental evidente, ya que el escritor era consciente de que le quedaba poco tiempo de vida. El libro está dedicado a sus tres hijos, de los que se sentía orgulloso, de cuyo cuidado y educación se tuvo que ocupar, ya que su madre, Mary, murió muy joven. El suceso tuvo lugar precisamente durante unas vacaciones en San Juan (Alicante). Así lo refiere Ballard: “Pero Mary enfermó de repente debido a una infección, y su estado derivó rápidamente en una grave neumonía. A pesar de los cuidados del médico de la zona, un enfermero (el practicante) que estaba con ella a todas horas y un especialista de Alicante, murió tres días más tarde”. Fue enterrada en el pequeño cementerio protestante de Alicante. Fue en el año 1963. En el libro no faltan otras referencias a España. Aparece Sevilla, referencias a Buñuel y sobre todo a Dalí. También cita a una gallega,  una “divina”, María Casares.

El libro se centra especialmente en su etapa de niñez y adolescencia y los inicios de su carrera como escritor. Se detiene escasamente en lo que son las últimas décadas de su vida. La lectura de la obra nos muestra a un Ballard que realmente nunca encontró su lugar, se sintió un exiliado en Inglaterra. Crítico con su país, con su modo de vida que tan poco había cambiado desde los tiempos victorianos. Justifica el uso de las bombas atómicas en Hiroshima y Nagasaki. Muy interesado en Freud y los surrealistas y en el mundo artístico (se vinculó a los movimientos vanguardistas de los sesenta).

A los que hayan leído sus biografías noveladas, El imperio del sol y La bondad de las mujeres, poco les va a decir Milagros de vida.

En fin, si no hubiera leído este libro, sencillo, sincero, entrañable, tampoco hubiera pasado nada.  Sus páginas se cierran hablando de su “decidido, sabio y bondadoso” médico. Se agarraba serenamente a lo imposible, sabía que su final estaba cerca.

 





 

 

   
 

Cuando compro un libro, compro un sueño.

   
 
 
 
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