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El autor. Nacido
en Madrid, 1970. Médico y Doctor en Ginecología
y Obstetricia. Aunque ha publicado numerosos trabajos
científicos, así como colaboraciones literarias,
Microrrealidades constituye su primer libro.
La Obra. Letamendi dejó dicho
que “el médico que sólo sabe medicina
ni medicina sabe”. Siempre me sentí proclive
a pensar
que en los médicos hay cierta tendencia a llevar
en los genes ser hombres de letras, lo que justificaría
lo tan traído y llevado del humanismo y la medicina
pero, en realidad, me atrevo a sospechar que detrás
de tal inclinación bien pudiera haber algo no
del todo explicado todavía, que hace de esta
profesión un auténtico manantial de escritores
(“médicos de profesión, literatos
de vocación”). Algunos muy famosos escritores
médicos o que estudiaron para ello fueron: François
Rabelais, Louis-Ferdinand Céline, Georg Groddeck,
Arthur Schnitzler, Gottfried Benn, Carl Gustav Jung,
Antón Pávlovich Chéjov, John Keats,
Friedrich Schiller, Arthur Conan Doyle, Henrik Ibsen,
Louis Aragon, William James y Sigmund Freud.
Todo lo anterior viene a cuento de que Juan Alfonso
Vila es médico y se nota. Desde luego es un buen
observador, cualidad inherente a un buen profesional
de la medicina, y eso se refleja en lo que escribe.
Como señalo en el prólogo de su libro,
aclarando que por encima de la amistad lo que en él
digo nace del convencimiento, el autor da muestras en
lo que escribe de eficacia y buen hacer. Textualmente
señalo: “Sus relatos, capaces de despertar
sensaciones muy variadas, con frecuencia desprenden
un hálito de bebida fuerte consumida a pie de
barra, de alguien que ha vivido y supo guardarse cada
vivencia.” El microrrelato, en contra de lo que
a primera vista pudiera pensarse, reclama grandes exigencias,
por eso se trata de un género que no cualquier
escritor consigue dominar. Por encima de la simplicidad
de la estructura, se va a desarrollar siempre la batalla
crucial de ser capaz de captar al lector, algo que logra
Juan Alfonso Vila, con el talento suficiente para llevarnos
de sorpresa en sorpresa a través de cada uno
de sus relatos.
No descubro nada si digo que cada lector tiene derecho,
en función de sus vivencias personales y gustos
particulares, a hacer su selección personal entre
el más de medio centenar de microrrelatos presentes
en este libro, pero a mí me sorprendieron especialmente
los siguientes: Crianza, Amor de a diario y Peor es
picar piedra. Y tal como concluyo en el prólogo,
a pesar de tratarse del primer libro del autor, “los
aficionados a lo pequeño, a los que disfrutan
de las pocas palabras que dicen mucho, estoy seguro
de que gozarán con esta espléndida colección
de grandes microrrelatos”.
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