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El autor: Nació en París, 2 de junio de 1903 y fallece en Ciudad de México, 22 de julio de 1972. Escritor hispano-mexicano de
origen alemán (en su momento poseyó las cuatro nacionalidades en este orden: alemana heredada
de sus padres, francesa de nacimiento, española por naturalización de su padre
siendo él menor de edad y mexicana por iniciativa propia). Sus padres se
instalaron en Valencia en 1914. Durante la guerra civil colaboró con André Malraux en la filmación de L'Espoir (1937). Republicano, cruzó la frontera en 1939 y fue internado en un campo
francés. Deportado a Argelia, consiguió escapar en 1942 y se trasladó a México,
donde ha publicado la parte más significativa de su obra literaria. A pesar de
sus comienzos esteticistas y de vanguardia, resulta ser un escritor de carácter
realista y de fuerte contenido sociopolítico. En el año 1969 se atrevió a
regresar a España, para comprobar el desconocimiento absoluto de su persona y
de su obra entre los españoles, y poco después escribió La gallina ciega,
diario español (1971) en la que recogió sus amargas impresiones. Su obra
narrativa comprende las novelas del ciclo El laberinto mágico (Campo
cerrado, 1943; Campo de sangre, 1945; Campo abierto, 1951; Campo del moro, 1963;
Campo francés, 1965; y Campo de los almendros, 1968); varios volúmenes de
cuentos y, entre otras novelas, Juego de cartas (1964). Su obra teatral
es extensa. Escribió también poesía, un estudio sobre la novela española
contemporánea y un manual de historia de la literatura española. Obtuvo
el Gran Premio de
la Cinematografía Francesa
en 1945.
El libro: La gallina ciega se trata de un “falso” diario,
pues realmente fue escrito ya en México, de una estancia de 74 días en España, de agosto a noviembre de 1969, con motivo de reunir material para un
libro sobre Luis Buñuel. En él se presenta una
detallada descripción del tardofranquismo, por
alguien que ha pasado los últimos 30 años apartado de él. Al aterrizar en
Barcelona, Aub se encuentra con un país que ha hecho grandes progresos en muchos
sentidos (“Todos estos relativamente jóvenes españoles se echan al hombro por
lo menos como un metro setenta. No en balde comen: crecen.”) pero donde sus habitantes se desenvuelven en
un ámbito de mediocridad total, con un país en el que la mayoría silenciosa se
encuentra cómoda con la dictadura, que, faltaría más, cumple con los ciudadanos
suministrando pan y futbol (“gran adormidera”). En definitiva, una novela en la que el propio autor se convierte en
protagonista. Max Aub regresa a España, sabe a lo que viene, viene predispuesto
a encontrar lo que quiere encontrar, a
ver lo que quiere ver: acomodo, falta de rebeldía, una “España que era moza” y
que ahora está “llena de arrugas”. Max Aub regresa como “turista al revés”, “vengo
a ver lo que ya no existe”, “vengo a dar una vuelta, a ver, a darme cuenta, y
me voy. No vuelvo; volver sería quedarme.” Un libro interesante (me gustó especialmente lo que escribe el día 3 de
noviembre, Los adioses, un juicio
literario) de un escritor pagado de sí
mismo, situado en su cátedra de la verdad, dotado de una pretendida
superioridad intelectual y moral, que lo convierten en ese “no hay peor ciego
que el que no quiere ver”. Ser un exiliado no da tantos derechos como para
permitirse pensar que el resto, los que se quedaron, todos, eran una pandilla
de miserables conformistas acomodados. Dicho lo anterior, estamos de acuerdo
con que 40 años de dictadura aun hoy constituyen una secuela de la que resulta
muy difícil recuperarse. Ya lo tengo dicho: “Los demócratas nacen, no se
hacen”.
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