Jim Dodge. Stone junction. Una epopeya alquímica. Barcelona, Alpha Decay.

   
 

El autor. Nació en California, 1945.  Un hombre curioso, lo que puede ayudar a comprender su obra. Vivió durante muchos años en una comuna autosuficiente, dicen que fue tahúr profesional  y, en la actualidad, parece que vive en un rancho aislado con su mujer y su hijo. Empezó a publicar cuando contaba casi cuarenta años y, desde entonces, tan sólo han salido a la luz tres novelas (Fup, Not Fade Away y Stone Junction) y una compilación de poemas y prosas cortas (Rain on the River).

 


La Obra.



Igual algún día me arrepiento pero insisto: no me gusta Thomas Pynchon, ese que se carcajea del sistema y, encima, vende. Hay gente para todo, los hay que les gusta sufrir, y eso también debe respetarse. Presumir de ser alguien especial, de que a uno le va lo complejo aunque no entienda prácticamente nada, tiene su precio. Pues bien, es él quien prologa el presente libro, con algo de razón pero no toda, ya que frente a los ladrillos del mentado, este no llega a tales extremos ni mucho menos y sedeja de eso que los listos llaman postmodernismo, lo que viene a significar que detrás hay un argumento, o casi, no exento de dificultades, pero en el que el autor consiguió atar todos los cabos, y eso tiene su mérito. El protagonista de Stone Junction es Daniel Pearse, un muchacho de padre desconocido criado durante su infancia por su madre, a quien ve morir demasiado pronto,  y posteriormente instruido por varios profesores pertenecientes a la AMO (la Alianza de Magos y Forajidos), quienes le enseñan (en general, digamos que nunca se acaba sabiendo para qué) a falsificar documentos, a cultivar, consumir (a lo bestia) y traficar drogas, a jugar al póker, a abrir cajas fuertes, a disfrazarse y, finalmente, de la mano del mago Volta, a desmaterializarse, mientras trata de averiguar con denuedo quién fue el asesino de su madre. El motivo de toda esta enseñanza y preocupación por Daniel no es otro que entrenarlo para que sea capaz de robar un diamante que está en poder de la CIA, una especie de piedra filosofal que Volta desea pero no es capaz de conseguir. ¿Qué ocurrirá cuando Daniel lo consiga? Como ven se trata de una novela donde juega mucho papel la imaginación, algo así como una puesta al día de la leyenda de los caballeros de la Mesa Redonda. Así que podríamos decir que se trata de una obra muy apropiada para aquellos que les van las leyendas artúricas y el mundo de la magia y los personajes especiales, francamente conseguidos, expertos en los más dispares oficios. Y aun puedo decir que eso no es todo. Un libro original, bastante descabellado, que en algún momento estuve tentado a dejar de leer, pero eso, ya se sabe, depende de los gustos personales. Estoy seguro que no faltará quien asegure que se trata de una obra brillante y divertida.

    





 

 

   
 

El hombre siempre tuvo hambre de verdad.

   
 
 
 
Libros
Notas de prensa y colaboraciones
Enlaces
Contacto
Tu compra
Mis recomendaciones entrefraseadas
Literatura de Viajes
Bookmark and Share