Benjamín Labatut. Un verdor terrible. Segunda edición. Anagrama, Barcelona, 2020.

   
 

El autor.

Nació en Rotterdam, Países Bajos, en 1980. Periodista y escritor. Pasó su infancia en La Haya, Buenos Aires y Lima, y a los catorce años se estableció en Santiago de Chile. La Antártica empieza aquí, colección de siete cuentos, su primer libro, fue publicado en México, donde ganó el Premio Caza de Letras 2009, concedido por la Universidad Autónoma de México (UNAM) y la editorial Alfaguara. En Chile apareció en 2012, y un año más tarde se alzó con el Premio Municipal de Santiago. Su segundo libro, difícil de clasificar, Después de la luz, publicado en 2016, consta de una serie de notas científicas, filosóficas e históricas sobre el vacío, escritas tras una profunda crisis personal. Su tercer libro, Un verdor terrible, traducido a 22 idiomas, se ha convertido en un éxito internacional; ha quedado finalista del premio Man Booker y del National Book Award en la categoría de mejor libro traducido al inglés. Su último libro es La piedra de la locura.



La Obra.



    

De entrada, confieso que me costó ponerme a escribir el texto correspondiente a mi valoración de este libro, casi estuve a punto de desistir. Se me ocurre pensar que lo mismo me sucedería con Planilandia, si me estuviera dedicando a tal menester en el año de su publicación, en el 1884. Actualmente el espacio-tiempo y la cuarta dimensión son palabras familiares. Pero Planilandia, con su animado cuadro de una, dos, tres y más dimensiones, no se concibió en la época de la relatividad. Se escribió hace unos setenta años, cuando Einstein no era más que un niño y la idea del espacio-tiempo quedaba a casi un cuarto de siglo en el futuro.

Sí, leí con agrado este libro, que, como Planilandia en su día y aún hoy, tiene algo de hechizante. Se trata de una obra que se resiste a una posible clasificación. Llegue al final de su lectura con más preguntas que respuestas, diría que desde todos los puntos de vista. ¿Se trata de una novela? ¿Se trata de un libro de cuentos? ¿Se trata de un ensayo? ¿Se trata de una obra de ficción basada en hechos reales? ¿Es un libro para todos los públicos o realmente solo apto para los entendidos en física y/o matemáticas? Quizás tales planteamientos sean compatibles con cualquier tipo de veredicto. Lo único cierto, en realidad, es que este libro es una historia de los caminos que llevan a descubrir la física cuántica. Y ya llegaremos a lo que eso representa.

Para alcanzar el destino que se propuso, el autor recurrió a una serie de actores, matemáticos y físicos. La estructura de la obra se corresponde, para entendernos, con cuatro relatos y un epílogo. Nos iremos encontrando con el químico Fritz Haber (en el ensayo “Azul de Prusia”), al físico Karl Schwarzschild (en el cuento sobre su Singularidad), los matemáticos Shinichi Mochizuki y Alexander Grothendieck (y su ficticio cruce de caminos en “Corazón del corazón”), a los padres de la mecánica cuántica Erwin Schrödinger, Werner Heisenberg y Louis de Broglie (en la irregular novella “Cuando dejamos de entender el mundo”), además de algunos actores de reparto no menos importantes como Albert Einstein o Niels Bohr. Aunque sea como auténtico profano y ya puestos, me atrevo a decir que eché en falta el bosón de Higgs, la partícula elemental, la partícula de Dios, capaz de generar materia a partir de energía; este descubrimiento ha reforzado la hipótesis de la creación del Universo a partir de la nada. En manos de este escritor el asunto le hubiera dado mucho juego. La historia de todos esos cerebritos figura, por supuesto, en internet, si bien en este libro se les adorna con las vicisitudes propias de todos los humanos, que quizás sean verdad o quizás sean mentira, hasta convertirlos en personajes seductores. Labatut consigue que nos creamos que estamos ante la verdad y nada más que la verdad.

Dicho lo cual llegamos a lo que prometimos, a la física cuántica. Lo vamos a hacer de la mano del propio autor (página 209): “Mira la mecánica cuántica, por ejemplo, la joya de la corona de nuestra especie, la teoría física más precisa, hermosa y con mayor alcance que hemos inventado. Está detrás de internet, de la supremacía de nuestros teléfonos celulares, y ofrece la promesa de un poder computacional solo comparable a la inteligencia divina. Ha transformado nuestro mundo hasta volverlo irreconocible. Sabemos cómo usarla, funciona por una suerte de milagro, y sin embargo no hay un alma en este planeta, nadie vivo o muerto, que realmente la entienda. La mente no puede lidiar con sus paradojas y contradicciones. Es como si la teoría hubiese caído a la Tierra al igual que un monolito proveniente del espacio, y nosotros sencillamente gateamos a su alrededor como simios, jugando con ella, lanzándole piedras y palos, sin ninguna comprensión verdadera”.

CIERTO. Yo de este libro no lo entendí todo, pero sí lo suficiente para sacar mis propias conclusiones. Una de ellas, que todavía somos unos primitivos, que casi no sabemos nada de lo que encierra la naturaleza. Con lo reseñado, aunque no sea nada del otro mundo, puedo respirar aliviado, he sido capaz de sobrellevar el reto, el desafío que se me ofrecía un poco cuesta arriba. La lectura de este libro merece la pena.

 

   
 

Las verdades, no la verdad que siempre será verdadera, no tienen límites, no son definitivas, siempre desconoceremos su esencia última, siempre hay algo más.

   
 
 
 
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