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                  El autor. Nacido en Madrid, 1951. Fue profesor en la Universidad de Oxford y en la  Complutense de Madrid. Es miembro de laReal Academia Española. Es autor de las  novelas Los dominios del lobo, Travesía del horizonte, El monarca del tiempo, El siglo, El hombre sentimental, Todas  las almas, Corazón tan blanco, Mañana en la batalla piensa en mí, Negra espalda del tiempo, Tu rostro mañana: 1 Fiebre y lanza, 2 Baile y  sueño, 3 Veneno y sombra y adiós y Los enamoramientos; de las  semblanzas Vidas escritas y Miramientos; de los relatos Mala índole y la antología Cuentos únicos; de homenajes a Faulkner  y Nabokov y diecisiete colecciones de artículos y ensayos. Recibió un gran  número de premios nacionales e internacionales. Ha sido traducido a una gran  número de lenguas. 
                          
                         
                           
                            La Obra.  
						    
						   
						  Conocí personalmente  a  Javier Marías un día en la Real Academia Española. Lo observé con detenimiento  y me pareció un hombre particular, incluso con cierto aire anglosajón (sabe  Dios mis razones) y, si no recuerdo mal, hasta llegué a darme cuenta de que  escribía con la mano izquierda; no faltan los que creen que los poseedores de  tal condición son más inteligentes y creativos que el resto de los mortales. 
						   
De este autor casi me faltó atrevimiento, hasta ahora, para  comentar ninguno de sus libros. El año pasado leí Tu rostro mañana, donde me encontré, para sorpresa mía, con el  relato de lo sucedido entre un tal Alonso del Real y el padre del escritor.  Digo sorpresa porque yo conocí a ese hombre, ya fallecido hace tiempo. Formó  parte del tribunal que me examinó de preuniversitario y, años más tarde, hasta  llegué a participar con él y otros en una Mesa Redonda que allá, más o  menos,  por la época del mítico 68 se  celebró en un colegio de monjas sanamente avanzadas y bienintencionadas. No nos  entendimos, y he de confesar que el público asistente se decantó por sus  consideraciones menos impregnadas de la  irresponsable valentía de mi juventud. Don Carlos, que ese era su nombre y su  tratamiento (propio de un catedrático), era profesor de Prehistoria en la  Universidad de Santiago de Compostela y yo estudiante y delegado de actividades  culturales en la Facultad de Medicina. Al profesor todo el mundo lo tenía por  muy simpático, “dicharachero” diría yo, muy cercano a los alumnos, con los que  incluso se llegaba a sentar y a tomar café (algo nada habitual para la época).  Tenía fama de gran bebedor de ginebra, aunque los estudiantes, ya saben,  nunca fueron muy de fiar a la hora de colocar  un sambenito. Personalmente, aun sin estar al día de sus antecedentes, que  conocí años después, nunca me sentí de su cuerda. Supe con posterioridad que  había sido falangista de primera hora pero que, hay que decir que como tantos  otros, con el paso de los años había evolucionado y que, cuando yo lo conocí,  hasta se las daba de antifranquista. En la novela mencionada Javier Marías lo  acusa de haber sido el delator de su padre ante los tribunales franquistas,  dicen que por envidia, lo que llegó a acarrearle muy graves consecuencias a su  progenitor, en la trayectoria de su vida y sobre todo en lo profesional. 
 
 El libro que comento hoy, Así  empieza lo malo, tiene un trasfondo, diría que una intención, que de alguna  manera lo enlaza con el anterior. Se trataría de la capacidad que muchos  personajes ilustres y no tan ilustres tuvieron para evolucionar,  adaptar su imagen y reescribirse una  biografía acorde, hasta prestigiosa, con lo que demandaban los nuevos tiempos.  La famosa ley de supervivencia.  La obra,  ambientada en la Transición, aporta reflexiones sobre la tan traída y llevada  oportunidad de la memoria histórica (“Seguirás oyendo hablar de la insoportable  Guerra durante más tiempo del que te imaginas. Sobre todo a los que no la  vivieron, que serán los que la necesitan más: para encontrar un sentido a su  existencia, para rabiar, para apiadarse, para tener una misión, para  convencerse de que pertenecen a un bando ideal, para buscar venganza  retrospectiva...”). 
 
Argumento. Así empieza lo malo, título shakesperiano (el autor a Shakespeare le rinde  homenaje hasta en los títulos de sus obras), empieza siendo la historia, que  transcurre en el Madrid de la transición allá por los albores  de los 80, de un joven (“el joven Juan De  Vere”, de 23 años) que observa la intimidad de un matrimonio desdichado: el del  cineasta (director de cierto relieve con un parche en un ojo) Eduardo Muriel,  que lo ha contratado como asistente, y su esposa Beatriz Noguera. Muriel  afronta el declive de su carrera y Beatriz es una mujer de cuerpo rotundo y  atractivo con un temperamento inestable y ocasionales desequilibrios mentales,  madre de tres hijos. Pronto Juan es testigo del desprecio que, en la intimidad,  Muriel le demuestra a su mujer, debido a algo que sucedió en el pasado. Muriel acaba encargando a De Vere que  investigue y sonsaque a un amigo suyo, el reconocido pediatra Jorge Van  Vechten, de cuyo indecente comportamiento en el pasado le han llegado rumores. Mucho tiempo después será ese joven quien nos  acabe contando esa época de convivencia. Lo hará  ya de muy mayor y con una  vida que acaba reproduciendo la de Muriel y  su mujer, con una muy trascendente salvedad: callando. 
 
Los libros de Marías, lo dicen muchos, no suelen  resultar de lectura fácil. No es el caso, ya que en esta ocasión la trama reúne  alicientes suficientes para resultar interesante, no exenta de cierta dosis de  erotismo, que eso siempre anima. Eso sí, no se lleve nadie a engaño, se  encontrarán, para bien o para mal, con el estilo inconfundible de este autor y  con sus frases interminables, que no faltará quien diga que eso es propio de un  gran escritor, y hasta con repeticiones de texto, que por muy logrado que sea  lo que dice, tampoco es para tanto (“...nieve que cae y no cuaja, como  lagartija que trepa por una soleada tapia…”, págs. 73 y 342). Algunos  personajes de la obra, como el doctor José Manuel Vidal, cardiólogo, y su amigo  el profesor Rico, una vez más, son reales, si bien a todas luces ficcionados. Ya me gustaría conocer si  detrás del pediatra con consulta privada de gran éxito en el barrio de  Salamanca, un mundo que por razones obvias conozco ampliamente,  se esconde alguien. No me extrañaría nada,  por lo menos en alguna medida. Por encima, más que a la par de todas estas  consideraciones,  debe quedar claro, una  vez más, que a lo largo de todo el libro subyace la evidencia de que estamos  ante un escritor de una deslumbrante inteligencia, capaz de hacerte pensar y  dotado de unas grandes y trabajadas dotes de observación. 
                        La obra fue elegida por los  críticos de Babelia como el mejor  libro de 2014. Sin ningún género de dudas se trata de buena literatura. No en  vano Javier Marías es, probablemente, el novelista español más conocido y  respetado de la actualidad
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