Gregorio Morán. El cura y los mandarines. Ediciones Akal, Madrid.

   
 

El autor. Nacido en Oviedo, 1947. Periodista y escritor. Militó en la oposición antifranquista, como miembro del PartidoComunista de España, que abandonó a finales de 1976. Como periodista ha colaborado en muy diversos medios. Autor de diversos libros relacionados con la dictadura y la evolución cultural y política de los últimos años en España: Adolfo Suárez: historia de una ambición (1979), Miseria y grandeza del Partido Comunista de España 1939-1985 (1986), El precio de la transición (1991), El maestro en el erial: Ortega y Gasset y la cultura del franquismo (1998), Los españoles que dejaron de serlo (2003), Adolfo Suárez: Ambición y destino (2009) y El Cura y los Mandarines (2014).

 


La Obra.



Terminé de leer el libro de Gregorio Morán El cura y los mandarines, un libro que guardará eterno reposo en mi lugar de verano, donde reposa todo lo que no entra dentro de mis aficiones sostenidas, que bastante me costó leerlo (más de 800 páginas). Morán no se anda con demasiadas contemplaciones y aún parece que se calla cosas. Desde luego su libro resultará imprescindible para los que quieran saber de una época, la nuestra, en lo que a cultura y política se refiere, desde 1962a 1996.  La sensación que nos deja es más bien deprimente, como si nadie, o casi, se salvara. Entre los libros que no quema: La Colmena de Cela, escritor que define como un compendio de talento y golfería, El Jarama de Sánchez Ferlosio y, sobre todos, Tiempo de silencio de Martín-Santos, “una novela escrita en estado de gracia”, y que tendré que comprarme y leerla, porque quizás, por falta de presupuesto, no me fue posible hacerlo en su momento. Y el autor también aprovecha para recordarnos la presencia de La Regenta, “que después de más de medio siglo de olvido, reapareció tan brillante y profunda como el primer día”.  En la obra aparecen algunos personajes que yo llegué a conocer, aparte del ex padre Aguirre, para mí, ya lo tengo dicho, un señor muy especial, absolutamente antipático y obsesionado con llegar a ser alguien, en gran medida el leitmotiv o, más bien, la disculpa del libro. Además de él, allá por aquellos días del famoso 68 tuve contacto personal con Santiago Roldán “Curri”, que llegó a rector de la “jocosa y divertida” Universidad de Verano Menéndez Pelayo, un tipo acorde con su función, simpático, de buena presencia, que murió joven. Por la misma época  llegué a conocer a un amigo suyo, José Luis García Delgado, que también llegó a dirigir la Universidad Menéndez Pelayo, con el que el anterior colaboraba en Cuadernos para el Diálogo, aquella revista que tanto dio de sí y que tantos mandarines acunó, que quien los vio y quien los ve ahora, cada vez más conservadores. Los tiempos les fueron propicios y el ser humano tiene sus debilidades, para qué nos vamos a engañar. En definitiva, eso, El cura y los mandarines, obra descarnada, resulta un libro a todas luces incisivo y fundamental para interpretar la historia cultural y política de la España contemporánea. A su innegable éxito contribuyó el que el grupo editorial Planeta solicitara del autor que se retiraran las 14 páginas que formaban el penúltimo capítulo del libro, el dedicado a la Real Academia Española,  a lo que el autor, y le honra, no se prestó.

    





 

 

   
 

La izquierda “inteligente” sólo cree en su propia fortuna, el resto debemos ser todos iguales.

   
 
 
 
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